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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Hablemos de animales
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
30 de julio de 2015
alcalorpolitico.com
Las reformas hechas a la Ley General de Vida Silvestre, que han entrado en vigor el 8 de julio del presente año, han provocado situaciones que parecen poner en duda su eficacia y oportunidad, específicamente en lo relativo a la prohibición de que los circos armen espectáculos con animales.
 
La primera es la relativa al destino de los animales. Según un comunicado de prensa de la Semarnat «de acuerdo a los inventarios presentados por los circos en el 2014, la Dirección General de Vida Silvestre reporta un total de 1,091 animales, entre aves, carnívoros, invertebrados, mamíferos, primates y reptiles, siendo el tigre, la llama y el papión los de mayor presencia […] sin embargo, de un registro de 199 circos, hasta el momento sólo 55 han presentado este reporte, del que suman 511 ejemplares». La información que esperan recibir de los circos permitirá a la Semarnat ponerla a disposición de los 108 zoológicos del país, «quienes seleccionarán a los ejemplares que sean susceptibles de ser integrados a sus colecciones». Los restantes, dice el comunicado, se podrán enviar a los 6 Centros para la Conservación e Investigación de la Vida silvestre (CIVS) que opera la Semarnat. Además de las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) que cuenten con la capacidad para su recepción y manutención (Comunicado de Prensa Núm. 134/15 | México, D. F., a 08 de julio de 2015).
 
Lo cierto es que estos 511 ejemplares ya representan un problema para su ubicación y debida atención y podemos imaginar el destino de aquellos otros 500 que faltan de ser entregados y la peor suerte de los que no sean seleccionados por los zoológicos para incorporarlos «colección».
 

Como nos consta en visita hecha al Safari Bio-Zoo, ubicado en Córdoba, los animales les son entregados por los circos en condiciones generalmente deplorables. La última recepción fue de dos tigres de bengala hembras, una leona, tres tigres machos, dos toros europeos, un hipopótamo hembra y un dromedario. Como se puede apreciar, especímenes de hábitats muy dispares y que de pronto se encuentran ubicados en un lugar que, más que un zoológico, tiene que ser un verdadero centro de rehabilitación, como lo explica Gonzalo Rodríguez, responsable de esta institución no oficial (que, no obstante el servicio que presta, es acosado por la misma Semarnat).
 
Es verdad que el decreto fue publicado desde enero y es ahora cuando entra en vigor, pero no debe resultar fácil ni sencillo para los propietarios de los circos buscar por todo el país aquellos zoológicos que quieran adoptar algún espécimen, y luego acudir a los seis centros de la Semarnat a ver si cuentan con la capacidad para su recepción y manutención y si quieren recibir a los desechados. Podemos imaginar a los propietarios de un circo viajando con una docena de animales, como los antes mencionados, primero buscando los zoológicos y luego a alguno de estos centros de recepción que puedan y quieran recibirlos. Y por otra parte, a los responsables de esas instituciones que, muchas veces con más entusiasmo que recursos, reciben a esos pobres animales para darles, en lo posible, un lugar digno para pasar el resto de su vida. Porque estos animales no pueden ser liberados, dada su ya adquirida incapacidad para sobrevivir en lo que era su medio natural.
 
Lo lamentable no es la ley. Por supuesto, no es que la ley sea vana o que algunos (¿todos?) animales no deban ser protegidos. La deficiencia está en la falta de previsión. Echar a las volandas una ley de este tipo, al menos por el momento parece resultar peor que la enfermedad. Y todo por tener que pagar una cuota de servilismo a una agrupación política (que, como reza el dicho ya popular, ni es partido ni es verde ni es ecologista) que ha recibido últimamente más arrumacos y nutrientes que los más de 60 millones de mexicanos que están sumergidos en la más indignante pobreza.
 

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