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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Las nuevas reglas de convivencia
Francisco L. Carranco
6 de julio de 2015
alcalorpolitico.com
Sin duda, para la gente común y corriente, lo más difícil es adaptarse a los nuevos modelos de convivencia en donde hay que guardar y respetar leyes y reglamentos, así también, normas que hacen posible armonizar la cotidianeidad citadina con la socialidad del individuo.
 
Es en el medio social donde hombres y mujeres nos desarrollamos como personas, el paso del tiempo nos ha hecho comprender que la sociedad debe responder a las leyes y reglamentos que la norman, sin embargo, para muchos de los ciudadanos, seguir las reglas a lo largo de la vida ha sido algo difícil de aceptar, llevar y respetar.
 
Viene a debate esta reflexión sobre “seguir las reglas” luego de las propuestas planteadas por las autoridades estatales respecto al nuevo reglamento de tránsito y la reglamentación antialcohólica para intentar mantener a nuestra juventud lejos de las bebidas etílicas y horarios de “esparcimiento peligroso” que han sido considerados como capricho del estado.
 

Y bueno, la aceptación o negación de la nueva reglamentación, que se aplicará la semana que entra, según informaron las autoridades del ramo, surge ante la polémica de empresarios, ciudadanos y comerciantes que creen que sus ventas bajarán por los estrictos horarios para expender bebida alcohólicas y el control de horario para el cierre de bares y cantinas, interponiendo primero el interés económico al interés social.
 
Por otro lado, la incorporación de un severo reglamento de tránsito que regirá la vialidad y circulación de vehículos de transporte, en todas sus modalidades que, incluye también, a los ciudadanos que, como peatones, deberán respetar las reglas que establece dicho documento so pena de ser multados por el incumpliendo de la civilidad.
 
Esta medida totalmente antipopular del gobierno a pesar de ser necesaria, se observa como una imposición drástica para someter a un pueblo acostumbrado, precisamente, a no respetar las reglas para recaudar ingresos a las arcas estatales, bajo el pretexto de controlar el caos vehicular, los daños que causa el exceso del consumo de alcohol y en consecuencia los accidentes y lo más importante salvar a los adolescentes de los riesgos que causan los influjos del desorden, la velocidad y el alcohol.
 

La suspicacia de los ciudadanos, los que hacen la sociedad, esos que hemos visto como se ha fomentado la anarquía en el entorno social en donde la vigilancia no ha suficiente para asegurar la estabilidad económica, la paz social, la seguridad pública y la eficiencia de las instituciones que ahora pretende acotar.
 
Por lo tanto es necesario y obligatorio para la autoridad aclarar las reglas y llegar a acuerdos con la ciudadanía para su aplicación.
 
Se han detectado los focos rojos en la vialidad, por ejemplo, el exceso de velocidad y el desprecio total al reglamento de tránsito por los automovilistas privados y de transporte público, que dicho sea de paso, éstos últimos son lo que encabezan el índice de accidentes con consecuencias económicas, funestas y de salud pública alarmante.
 

El comparativo entre accidentes viales por no respetar el reglamento es superior a los percances por manejo temerario en estado de embriaguez, ambos superiores a los accidentes por imprudencia del ciudadano por atravesar a media calle o bajarse al arroyo vehicular.
 
Ahora el cuestionamiento sobre quienes serán los oficiales y las autoridades que aplicarán las multas, genera el segundo cuestionamiento si es que las autoridades están capacitadas para ejercer la ley equitativamente, con transparencia, y lejos de cualquier acto de corrupción; si en estos momentos no se ven más que en los operativos alcoholímetros y en las avenidas como Lázaro Cárdenas y Ruiz Cortines en donde sólo persiguen autos foráneos o con exceso de carga, para obligar la multa o la “mordida”.
 
Por otro lado, es importante remarcar que, si bien llegar a acuerdos resulta prácticamente imprescindible para el funcionamiento del grupo social, también es vital aceptar los cuestionamientos, desde un afán evolutivo, no solo para evitar decisiones absolutistas en la aplicación de los reglamentos, que soportan dichas reglas.
 

Muchas reglas ostentan un sentido práctico unilateral autoritario, hasta el momento en que alguien logra proponer una regla “mejor”. Pero si nadie cuestiona esas limitantes en un principio, entonces la posibilidad de perfeccionarlas jamás podrá existir.
 
Y supongo que de acuerdo a las reflexiones anteriores, podríamos concluir que es importante adaptarnos a las reglas, con ganas de respetar acuerdos colectivos presuntamente establecidos para procurar el bienestar colectivo, pero a la vez mantener siempre una postura crítica ante ellas, conscientes de que no todas están en sintonía con ese fin, y que en todo caso, sin duda, serán perfectibles: los tontos obedecen las reglas, mientras que los sabios las utilizan como una útil referencia, para pasarse de listos.
 
Suburbio 1
 

Que la autoridad municipal plantee alternativas de entretenimiento, deporte, cultura y ocio a la juventud, sería mejor que reglamentos restrictivos para recuperar a la juventud de riesgos por conductas antisociales.
 
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