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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
El nuevo camino a la alternancia
Francisco L. Carranco
15 de junio de 2015
alcalorpolitico.com
La primera vez que México cambió el panorama político a través del voto fue en el estado norteño de Baja California, en donde Ernesto Ruffo Appel sacudió al país, a los políticos y a la sociedad que incrédula no daba crédito que Ruffo tomaría posesión como Gobernador, el primer gobernador opositor al sistema revolucionario institucional.  
 
La opinión pública de la región, e incluso Estados Unidos y algunos países de Europa, de inmediato reconocieron el triunfo democrático de la voluntad del pueblo al elegir, por primera vez, un candidato opositor que abriría el camino hasta lograr la alternancia en el máximo puesto político que un mexicano puede aspirar y que es la Presidencia de la República de los Estados Unidos Mexicanos.
 
El poderoso Presidente, Carlos Salinas de Gortari, avaló, al reconocer el triunfo del panista, que México transitaba hacia una mejor democracia; seis años de política popular y un relativo reconocimiento a los triunfo de otras fuerzas políticas en las elecciones locales e intermedias, y la consolidación del programa solidaridad aparentaba que sí, sin embargo, a la sombra del mandatario florecía, también, el autoritarismo y el ejercicio pleno del presidencialismo institucional.
 

Los ideales partidistas y las convicciones de los candidatos, en cada elección, se discutieron y los electores conocieron las propuestas y la calidad de los aspirantes a través de los debates, esa interacción propició que, en las siguientes elecciones, la votación aumentara y la preferencia hacia otros partidos políticos también subiera bajo el respeto de las instituciones garantes de la democracia hacia la “voluntad” del pueblo, pero, con la autorización del ejecutivo federal.
 
Sin embargo, el crecimiento de los políticos, como verdaderos representantes del pueblo, se fue alejando por la proclividad que mostraron hacia el tráfico de influencias, un exorbitado interés por los dineros y la arrogancia de sentirse poderosos con un fuero constitucional, vestimenta, que se ha perfeccionado como traje a la medida, para cubrir todas las tropelías inimaginables que son capaces de realizar los políticos, para hacerse de fortuna a costa del puesto y los ciudadanos.
 
La autonomía que se dio en la alternancia presidencial con dos administraciones Panistas, consolidó el usufructo autoritario y antidemocrático de los gobernadores que, alejados del dominio y control central de los Presidentes priistas, hicieron y deshicieron a sus anchas imponiendo todas las acciones antidemocráticas que conocemos ahora, incluidos, la violencia e impunidad.
 

Los gobernadores, los funcionarios estatales así como los funcionarios incrustados en los gabinetes de la administración federal, no sabían cuánto les duraría el gusto de estar en el ejercicio pleno del poder, por ello, empezaron a trabajar para sí, su ambición, sus grupos, sus cómplices y familiares, sin límites hasta lograr inmensos boquetes financieros en algunos estados y una grosera fortuna.
 
La corrupción, las trampas, el nepotismo, la soberbia, la arrogancia, la prepotencia, la complicidad y las prácticas autoritarias construyeron la figura de un político atípico, mismo, que la sociedad ya no identifica, sin embargo, la misma cultura mexicana hace que el ciudadano, vapuleado por la política y los políticos, siga manteniendo a los gobernantes aún y a pesar de que son los causantes del deterioro social y el estancamiento económico de cada estado en donde son gobernantes, bajo la aberrante premisa de: “más vale malo por conocido que bueno por conocer…”
 
Nuevo León no fue la excepción, dos pésimos gobernadores Natividad González Parás y Rodrigo Medina, acumularon tal fortuna a costa del gobierno, que colapsando las finanzas públicas, los ciudadanos, empresarios, la comunidad estudiantil, industriales, empleados, desempleados, trabajadores de todos los sectores terminaron dándole la espalda a los partidos políticos y se decidieron votar por el Candidato Independiente, Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, que ahora es el virtual Gobernador de Nuevo León.
 

El ciudadano mexicano evade el grito de guerra (traducido en participación) y se esconde, como la tortuga o el avestruz, prefiriendo la sumisión y quejándose atrás de la puerta, en los corrillos o el café, en lugar de participar políticamente con las herramientas que la misma democracia y la Constitución ofrecen.
 
Pero esas herramientas seguirán siendo letra muerta si los ciudadanos no exigen a los políticos y gobernantes el cumplimiento de la ley y el respeto a las instituciones y, obviamente, el respeto a los derechos humanos y fundamentales de todos los pobladores del suelo mexicano.
 
Nuevo León y su gente, como en su momento lo fue Baja california, exhibieron una participación democrática bastante nutrida, salieron a las urnas y votaron por un cambio. NO se sabe si el Bronco, Jaime Rodríguez Calderón, dará el ancho o será la semilla de una nueva clase política sin partido, que no tiene otro compromiso más que con el pueblo que lo eligió Gobernador, nada puede ser peor que haber sido gobernado por políticos priistas o panistas, la alternancia en ese estado se ha manifestado y ahora, ninguno, ni el PRI ni el PAN lograron ganar la Gubernatura.
 

Los regiomontanos tendrán un gobierno plural, un gobernador independiente, un congreso mayoritario de Acción Nacional, una oposición priista y diversos alcaldes también de diversos institutos políticos.
 
Muchos mexicanos que arriesgaron el voto festejaron, junto con la sociedad norteña, el avance democrático que sacudió a las instituciones partidistas, se acabó mucho de lo que hemos comentado aquí, y esperamos solamente que el Gobernador Independiente, responda a las expectativas de los mexicanos, ver si éstos les cae el veinte de que, con la participación decidida, como lo hicieron los neoloneses, puede generar un cambio para bien de la democracia. La historia lo juzgará y la flama de la esperanza alumbra.
 
Suburbio 1
 

La democracia sigue sostenida por el principal derecho que es la libertad de poder votar y, cuando la gente vota, el PRI pierde.
 
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