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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Hegemonía, oposición y voto ciudadano
Francisco L. Carranco
1 de junio de 2015
alcalorpolitico.com
NO hay plazo que no se cumpla y hoy empieza la última semana, la regresiva, en que los candidatos que, andan por ahí en campañas casi invisibles, se sometan al escrutinio de la voluntad social que se verá reflejada con el voto el día de la elección del 7 de junio.
 
Esta comparecencia entre los candidatos con la sociedad está inmersa en una de las peores crisis políticas, sociales y económicas por las que atraviesa el estado y, en sí, el país, pero que en las aldeas veracruzanas se padece más y se sufre el azote del oficialismo con uno de los estancamientos más severos de crecimiento y desarrollo del que se tenga memoria en Veracruz.
 
Los ciudadanos que durante los últimos años se han quejado de la crisis del estado, que ven que el salario no alcanza, que sufren los embates de la inseguridad, padecen los delitos del fuero común que aumentan, y hartos observan la brecha cada vez más grande que han construido algunos con la corrupción e impunidad que han reducido, a esa convivencia, a dos grupos los que tienen y los que nada tienen.
 

El primer grupo, precisamente, es el que ha sido beneficiado por el oficialismo salvaje del aparato gubernamental que ha propiciado la crisis política y económica del estado que, con acciones antidemocráticas, prepotentes, arrogantes, corruptas e impunes, han convertido al segundo grupo, o sea, al resto de los ciudadanos, en súbditos, pero que, con el pleno ejercicio del poder, ahora, se presentan al pueblo como los candidatos redentores que salvarán a la gente de sus propias ambiciones.
 
Los candidatos caminan las calles y la periferia de las ciudades, tratando de convencer a la ciudadanía para que vote por ellos, sin embargo, está elección está bajo dos interrogantes la primera se refiere a la posibilidad de que la gente no asista a las urnas a ejercer su derecho civil y democrático que el mismo estado tutela y protege.
 
En ese tenor, la segunda interrogante que se deriva de este proceso electoral es que los ciudadanos sí asistan a las urnas a expresar no su simpatía por tal o cuál candidato sino a expresar su malestar y hartazgo de ser, prácticamente, vapuleados por esa clase política que tiene cerca del colapso a la actual administración por los excesos, corruptelas y desmedida ambición por allegarse los beneficios a través del puesto y la complicidad que ofrecen las influencias.
 

El ciudadano ahogado en el hartazgo y la cólera cree que no yendo a votar manifiesta, con la abstención, la decepción que le ha causado el sistema político actual, no cree en las instituciones ni en los políticos, por lo tanto, no va y pierde la única oportunidad de demostrar su descontento contra esos políticos inmundos.
 
La socorrida frase de “todos son iguales” y no merecen el esfuerzo de ir a sufragar condena a la sociedad en general a que el oficialismo se consolide y vuelvan a ganar los mismos o los que tengan mayor estructura de acarreados y sobornados para perpetuar a los políticos depredadores del sistema que, si ganan, legitimaran la política reinante.
 
En el caso contrario la gente que considera ejercer el voto, precisamente, como prueba del hartazgo y repudio de la clase política actual, más allá de la convicción ideológica, o la simpatía para los candidatos; el ciudadano que piensa, que pretende que su voto sea útil y herramienta para contener el abuso del oficialismo, que con su decisión rompa la inercia de la unanimidad tan presumida del partido líder, tienen 10 posibilidades para demostrar su descontento.
 

Candidatos de partidos de oposición al oficial, candidatos independientes, el voto en blanco o nulo, son la evidencia de la creciente diversidad e inconformidad que no se quiere aceptar, pero está ahí a la mano del elector como alternativa de polarización social en contra del sistema político.
 
Actualmente el gobierno subestima o no le importa el descontento creciente de la ciudadanía, sin embargo, las eventuales consecuencias podrían darse este 7 de junio, si la gente asiste a las urnas, el voto se dividirá entre tantas opciones y al partido oficial probablemente no le alcancen los votos, ni los acarreados para sostener los anunciados triunfos.
 
Si la gente no sale a votar la sociedad será testigo del derrumbe político generado por la inercia oficial, los pobres serán más pobres, las esperanzas se perderán totalmente, los salarios a la baja, la inseguridad y violencia en aumento, el miedo también, las marchas y protestas por las promesas incumplidas serán el nuevo paisaje hasta las próximas elecciones en donde se volverá a la reflexión sobre la importancia del voto sobre el abstencionismo.
 

Suburbio 1
 
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