21 de mayo de 2015
alcalorpolitico.com
Es un miércoles gris con ganas de frío. No llueve pero quisiera. El recinto se va llenando de diplomáticos, activistas de oenegés, uno que otro reportero, funcionarios. Y en el Palacio Wilson de Ginebra suena el eco de las palabras del jurista valenciano Jorge Cardona Llorens: la pobreza tiene cara de niño en México.
Uno descubre que pocas cosas en la vida son tan aburridas y a la vez tan interesantes como una sesión de expertos de las Naciones Unidas, sobre todo si el tema es México y su compromiso con los derechos humanos (en este caso de los niños, aunque la pedantería insista en hablar de los niños y las niñas y –ay– de los adolescentes).
Llevamos medio día como media vida hablando (bueno, es un decir: ellos hablan, uno escucha) sobre discriminación, protección a víctimas, educación, abusos sexuales, corrupción, impunidad, presupuestos magros, fechas lejanas, programas y proyectos de papel, migraciones, discapacitaciones, salud mental, pobreza y otros males que sufren los niños de México.
Uno se desespera. A preguntas concretas de los expertos, la delegación mexicana responde con explicaciones de folleto institucional, en un idioma cuyas palabras están en español pero que no dicen mucho, o que no dicen nada aunque parezcan ofrecer el mundo...
Ocho de los dieciocho expertos evalúan en México mientras otros hacen o harán lo mismo en estos días de clima incierto con Honduras, con Eritrea, con Etiopía, con Ghana, con Laos, con Holanda y con Israel.
Los expertos elogian la Ley para la protección de los derechos de la niña, del niño y de los adolescentes de México, pero lamentan que solamente se haya aprobado legislación similar en siete estados, y que haya otros dieciséis cuyos congresos no tienen prisa por traducir en ley los derechos de los menores, aunque el plazo legal venza el cinco de junio.
Y la delegación mexicana (Juan Manuel Gómez Robledo, subsecretario de Relaciones Exteriores; Laura Vargas, titular del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia; la senadora Martha Elena García; Ricardo Sepúlveda, director General de Política Pública y Derechos Humanos en la Secretaría de Gobernación, y otros veinte) respondía.
¿Presupuestos? Responde el gobernador de Coahuila: no se pueden alterar los de este año, aunque hay instancias transitorias que permiten invertir en la protección de los derechos infantiles. ¿Fechas? Responde el funcionario de la Segob: hay una ruta crítica (pero no da detalles, y uno se entera después que se entregó por escrito al comité y entonces ya no se sabe más nada).
Más preguntas. Y en las respuestas se van diluyendo los nombres y van desapareciendo los cargos. ¿Tortura? Responde Patricia, de la Procuraduría General de la República: estamos conscientes de que el Estado mexicano no ha calificado correctamente a la tortura porque se califica por abusos o por lesiones, y hay pocas sentencias...
Y así. Los enviados del Instituto Nacional de Migración, de la secretaría de Educación Pública, de la secretaría de Salud, de la secretaría de Desarrollo Social, hablan de los programas: cientos de miles de niños (y niñas) que reciben becas, desayunos, atención médica y etcéteras.
Es demasiado tarde. Nadie se da cuenta de que el discurso oficial consiste en anunciar programas y actuar como si el solo anuncio resolviera los problemas que lo hicieron nacer, como si no hubiera un trecho entre las palabras y los actos.
Por ejemplo, Jorge Cardona les habla de los niños discapacitados. De la falta de acceso a la justicia, del abandono, de los pobres presupuestos para adaptar escuelas y currículas, de la escasa o nula oportunidad de participar en el debate de los temas que los afectan.
Y el valenciano pone el dedo en el Teletón: "Es una entidad privada que realiza una política de acuerdo con la entidad privada, y programas de televisión para recaudar fondos poniendo a los niños con discapacidad como los niños pobrecitos y lastimosos para que las personas llamen y les den dinero. Eso es lo más contrario a la dignidad de un niño con discapacidad. Es terrible".
En respuesta, la delegación mexicana invita al comité a reunirse con los organizadores del Teletón. En junio. en Nueva York. Y nuevas palabras ahogan las que ya se dijeron, y más allá el miércoles es más frío y llueve. A la una los y las nos vamos a otra parte. Aquí ya se dijo todo.
Uno descubre que pocas cosas en la vida son tan aburridas y a la vez tan interesantes como una sesión de expertos de las Naciones Unidas, sobre todo si el tema es México y su compromiso con los derechos humanos (en este caso de los niños, aunque la pedantería insista en hablar de los niños y las niñas y –ay– de los adolescentes).
Llevamos medio día como media vida hablando (bueno, es un decir: ellos hablan, uno escucha) sobre discriminación, protección a víctimas, educación, abusos sexuales, corrupción, impunidad, presupuestos magros, fechas lejanas, programas y proyectos de papel, migraciones, discapacitaciones, salud mental, pobreza y otros males que sufren los niños de México.
Uno se desespera. A preguntas concretas de los expertos, la delegación mexicana responde con explicaciones de folleto institucional, en un idioma cuyas palabras están en español pero que no dicen mucho, o que no dicen nada aunque parezcan ofrecer el mundo...
Ocho de los dieciocho expertos evalúan en México mientras otros hacen o harán lo mismo en estos días de clima incierto con Honduras, con Eritrea, con Etiopía, con Ghana, con Laos, con Holanda y con Israel.
Los expertos elogian la Ley para la protección de los derechos de la niña, del niño y de los adolescentes de México, pero lamentan que solamente se haya aprobado legislación similar en siete estados, y que haya otros dieciséis cuyos congresos no tienen prisa por traducir en ley los derechos de los menores, aunque el plazo legal venza el cinco de junio.
Y la delegación mexicana (Juan Manuel Gómez Robledo, subsecretario de Relaciones Exteriores; Laura Vargas, titular del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia; la senadora Martha Elena García; Ricardo Sepúlveda, director General de Política Pública y Derechos Humanos en la Secretaría de Gobernación, y otros veinte) respondía.
¿Presupuestos? Responde el gobernador de Coahuila: no se pueden alterar los de este año, aunque hay instancias transitorias que permiten invertir en la protección de los derechos infantiles. ¿Fechas? Responde el funcionario de la Segob: hay una ruta crítica (pero no da detalles, y uno se entera después que se entregó por escrito al comité y entonces ya no se sabe más nada).
Más preguntas. Y en las respuestas se van diluyendo los nombres y van desapareciendo los cargos. ¿Tortura? Responde Patricia, de la Procuraduría General de la República: estamos conscientes de que el Estado mexicano no ha calificado correctamente a la tortura porque se califica por abusos o por lesiones, y hay pocas sentencias...
Y así. Los enviados del Instituto Nacional de Migración, de la secretaría de Educación Pública, de la secretaría de Salud, de la secretaría de Desarrollo Social, hablan de los programas: cientos de miles de niños (y niñas) que reciben becas, desayunos, atención médica y etcéteras.
Es demasiado tarde. Nadie se da cuenta de que el discurso oficial consiste en anunciar programas y actuar como si el solo anuncio resolviera los problemas que lo hicieron nacer, como si no hubiera un trecho entre las palabras y los actos.
Por ejemplo, Jorge Cardona les habla de los niños discapacitados. De la falta de acceso a la justicia, del abandono, de los pobres presupuestos para adaptar escuelas y currículas, de la escasa o nula oportunidad de participar en el debate de los temas que los afectan.
Y el valenciano pone el dedo en el Teletón: "Es una entidad privada que realiza una política de acuerdo con la entidad privada, y programas de televisión para recaudar fondos poniendo a los niños con discapacidad como los niños pobrecitos y lastimosos para que las personas llamen y les den dinero. Eso es lo más contrario a la dignidad de un niño con discapacidad. Es terrible".
En respuesta, la delegación mexicana invita al comité a reunirse con los organizadores del Teletón. En junio. en Nueva York. Y nuevas palabras ahogan las que ya se dijeron, y más allá el miércoles es más frío y llueve. A la una los y las nos vamos a otra parte. Aquí ya se dijo todo.