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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Votar o no votar ahí el dilema del ciudadano
Francisco L. Carranco
6 de abril de 2015
alcalorpolitico.com
Por fin y, con el nuevo horario de verano, los candidatos a diputados federales han salido a las calles, desde temprana hora, a realizar actos proselitistas en busca, en primera instancia, de la atención del ciudadano, ese que tiene en sus manos la decisión de votar o no votar y por quien.
 
También, las campañas, inician con una nueva normatividad impulsada por el Instituto Nacional Electoral (INE) que sancionará las acciones proselitistas, cuidando la equidad y que las maniobras electorales no excedan los gastos de campaña autorizados a cada partido, ni las acciones antidemocráticas conocidas por todos y que muchas veces, la mayoría, pasan desapercibidas por el órgano rector del juego limpio, es decir, del propio INE.
 
Sobre el asunto hay que reconocer que este Instituto, el INE, en voz de sus consejeros, ha advertido a los partidos políticos que los candidatos y sus equipos de campaña deberán abstenerse de las prácticas antidemocráticas como ofrecer dinero en efectivo, dádivas en especie, principalmente, las despensas a cambio de los favores del sufragio para el candidato que más reparta, según el vocal ejecutivo de la Junta Local ocho del INE, en Veracruz.  
 

El ambiente que, no es nuevo para el pueblo ni para el ciudadano, es el hartazgo en que la política se ha convertido y representa lo más peligrosa para las elecciones, ya que la población observa el gran abismo entre la clase política actual que ostenta el poder y el pueblo que elige o se abstiene y ostenta las necesidades básicas, la decepción y desatención de los políticos en el poder.
 
Las campañas y algunos candidatos caminan por el distrito sufriendo la hipocresía de sentirse pueblo y tratan de contagiar con un entusiasmo inexistente a la población, que sufre desesperanza, agobio y escasez de todo, con una sonrisa burlona falacias, promesas que no cumplirán, mentiras y un falso “...si votan por mí, su condición de pueblo cambiará”, qué va ser.
 
La fórmula partidista es la misma, como las novelas de televisa, pero, ahora las estrategias que realizan en busca del voto ciudadano se encuentran bastante desgastadas porque los políticos que han tenido la representación ciudadana en las dependencias, no han cumplido las expectativas por las que fueron elegidos, obviamente, las decisiones de incorporar a un equipo de trabajo a funcionarios que, ahora, dejan el puesto evidencian que el pueblo no importa, importa el interés personal y la perpetuidad que da el voto.
 

En la política la gente vota, votar es elegir, es decir, votar es preferir entre muchas posibilidades, en esta elección hay más candidatos, con más opciones que el partido de siempre, que con los candidatos de siempre, que con las estrategias de siempre y con el incumplimiento de siempre son los que ahora traen a cuestas el hartazgo del pueblo.
 
Los otros partidos los llamados de oposición, chiquitos y los independientes pueden representar una alternativa para los ciudadanos, sin embargo, en la actualidad están disminuidos y su presencia es modesta en la representación social, pero ahí están como opción, y también sufren la crítica del ciudadano por su débil participación como oposición.
 
Una elección exige una prioridad, en ese sentido, el ciudadano siempre tiene una prioridad y en este tiempo de crisis la prioridad es que la supervivencia y su nivel de vida no se siga deteriorando, por el contrario, necesita que el representante social, en este caso el diputado, abra la gestión para que el pueblo acceda al estado de derecho que le debe otorgar la democracia con el voto.
 

 En este escenario los candidatos con mayores posibilidades para que el electorado salga a votar por ellos, serán los que logren captar las necesidades y prioridad del elector, pero, como la política está tan devaluada por los propios políticos, se abren dos escenarios contundentes para el sufragio el primero tiene que ver con los que votarán y la segunda por los que no votarán.
 
Veamos primero el escenario de los que votarán, históricamente, en las épocas donde hay crisis política como la actual, la población no acude a las urnas a emitir su voto, por el contrario, molesto y decepcionado niega el voto a la democracia y a si mismos bajo el pretexto de qué sirve votar si las cosas siguen igual o peor después de cada elección. Una posición bastante cómoda.
 
Esto da la oportunidad para que los partidos que ostentan el poder sigan como clase política manteniendo las canonjías, usufructuando privilegios que da la no participación de la gente en asuntos políticos.
 

Y los votantes son la cuota clientelar los militantes, cómplices, acarreados de las colonias populares que sucumben la propaganda, engañados partidistas y la clase privilegiada por el poder público que trabajan para sí y, que luego de ser ungidos triunfadores, cierran las puertas a los aliados y a toda la sociedad en general para que, después, ésta se manifieste protestando por las promesas incumplidas.
 
Y los que no votan, la resistencia intelectual, los abstencionistas, ofendidos, indignados, decepcionados, traicionados, indecisos que no participan porque no creen en los políticos, en la política, en la democracia y mucho menos en el estado de derecho.
 
Esos ciudadanos son tan culpables, como los que arrebatan el poder de tener gobiernos autoritarios al margen de la democracia, la conducta de no participación no otorga la oportunidad de representarse, a los ciudadanos, a sí mismos.
 

Es entregar a un pequeño grupo la potestad de seguir decidiendo lo que la sociedad debe hacer, callar y aguantar.
 
La autoridad de los representantes para ejercer el poder político viene dada por la autoridad de los electores. Sin ellos no habrá la autoridad de que los representen, es decir, no tendrán autoridad de representar al pueblo.  
 
Los votantes están bajo sus propias órdenes, no de los políticos. Los electores son los originales poseedores de la autoridad sobre los representantes electos.  
 

Si voto pierdes, si no voto ganas.
 
Suburbio 1
 
Y tu voto decide, legitima, niega o acepta el poder, pero si no votas no te quejes.
 

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