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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Cuando el agraviado se vuelve culpable
Francisco L. Carranco
16 de febrero de 2015
alcalorpolitico.com
No podemos quedar ajenos al tema de la semana, algo que tiene que ver con la aplicación de la justicia de esa de la que se encargan los jueces y de la cual poco se habla por el mismo desconocimiento que la sociedad tiene al respecto y porque siempre se han considerado una potestad única del que dicta las sentencias.
 
Históricamente, la impunidad sentó sus raíces con las confabulaciones entre jueces y abogados, haciendo arreglos a escondidas de las víctimas de un delito que, finalmente y en ocasiones, convierten al agraviado en culpable por la mala interpretación de la ley a favor o en contra de la víctima o por un “arreglo” generoso entre el abogado del presunto culpable que es, generalmente, el que ofrece el probable y pecuniario arreglo para desequilibrar la balanza de la justicia.
 
Otras veces, la ausencia del dinero no es factor determinante para que los jueces pierdan la imparcialidad, sucumben a las presiones ideológicas o políticas, así como al amiguismo y compadrazgo o vulgarmente a la presión de algún tipo de “grilla” entre los actores del algún proceso judicial.  
 

En este estado que padecemos, algunas veces, salé a relucir toda la mediocridad del aparato de justicia, sin ningún tipo de perjuicios, y la bochornosa actuación de los jueces emerge cuando se acumulan varios asuntos tergiversados, manipulados o con errores contundentes en los asuntos en juicio y que, obviamente, resultan con fallos completamente erróneos, donde el agraviado se vuelve culpable ante los ojos del juez que determina y falla en su contra.  
 
En fin estos últimos días ha llamado la atención el tema del maestro, Sergio Pitol, y el juicio de interdicción interpuesto por la familia del intelectual veracruzano, en un intento de hacer las cosas bien, y que de manera sorprendente ha sido fallado a favor del DIF a presión, dicen, de los catedráticos de la facultad de letras y a intereses de otros intelectuales que caminan por ahí.
 
La juez de Primera Instancia, María Concepción Andrade López, dictó una resolución al juicio de interdicción, interpuesta por la familia del escritor, negándoles la tutela y otorgándosela a la procuradora de la defensa del Menor del sistema DIF del estado de Veracruz.
 

Fallar está en la esencia de la actuación de los Tribunales, pero, fallar en contra de un acto legal y propiciado por la propia familia para oficializar, en nombre del escritor, todos sus asuntos de carácter administrativo, personal, jurídico, incluso de atención médica, que además siempre se han encargado de hacer por los intereses del maestro Pitol, parece una aberración jurídica.
 
El juicio, solicitado por la Familia Demenegui, es bajo un diagnóstico médico que da cuenta que desde el año 2006, Sergio Pitol comenzó a tener problemas para expresarse verbalmente, sin menoscabo de sus capacidades intelectuales y físicas, por lo que el neurólogo que lo atendió, Mario López Gómez diagnosticó una afasia primaria progresiva que, con el tiempo, iría mermando no solo sus capacidades de expresión, también las intelectuales, convirtiéndolo en una persona vulnerable que requeriría cuidados permanentes. Hace unos meses el escritor comenzó a presentar palilalia, un trastorno que consiste en repetir constante e involuntariamente sílabas y palabras y que constituye uno de los síntomas de la llegada, aunque no necesariamente, de un Alzheimer.
 
En días pasados, Pitol sufrió el estallamiento de una úlcera intestinal, por lo que fue internado de emergencia y operado satisfactoriamente y se encuentra recuperándose en la ciudad de Xalapa.
 

Algunos de los amigos de Pitol, encabezados por, Margo Glantz, aseguran que el escritor está perfectamente consciente de sus actos una bola de humo lanzada para confundir a todos los seguidores del caso Pitol.
 
¿Por qué entonces la juez de Primera Instancia dicta una sentencia otorgándole la custodia de Sergio Pitol al DIF estatal? Y, ¿por qué negársela a la familia que solicitaron el juicio de interdicción y que siempre han visto el cuidado y apoyo del maestro?  
 
La actuación de la jueza, dicen algunos intelectuales que si conocen la evolución de la enfermedad del maestro Pitol, responde a la presión que han ejercido desde el Instituto Veracruzano de Cultura, Rodolfo Mendoza y otra gavilla, que según mencionan existe algún tipo de interés mezquino para afectar a la familia del escritor.
 

En el intento de un acto con estricto apego a derecho y con la plena convicción que la propia ley le da a la familia, que dicho sea de paso, reitero se ha encargado de los cuidados de Sergio Pitol, la Jueza, María Concepción Andrade López, entregó la custodia al DIF invalidando las pruebas médicas y obligando a la familia a ir a la instancia federal para la revocación del fallo erróneo de la representante de la justicia.
 
Este y otros asunto en manos de otros jueces de los juzgados menores que cambian la balanza de la justicia a quien les represente un mejor “reconocimiento”, no importando el daño que causan y el desprestigio para la institución que representan cuando las siguiente instancias, como el amparo federa, exhiba las componendas y la ineficiencia, ineficacia y mediocridad del sistema de justicia, en este caso, de Veracruz y sus instituciones, que pena.
 
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