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Columnas y artículos de opinión
Café científico
Año Internacional de la Luz
Paula Ximena García Reynaldos
23 de enero de 2015
alcalorpolitico.com
“¿Qué luz se asoma por aquella ventana?
Es el Oriente, y Julieta es el Sol”
-William Shakespeare, Romeo y Julieta
 
Al empezar esta semana, los días 19 y 20 de enero, en París, se realizó la ceremonia de inauguración del Año Internacional de la Luz.
 
En la sede central de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, UNESCO, se llevó a cabo no sólo el acto oficial, sino una serie de conferencias sobre la ciencia de la luz y sus aplicaciones. Además de estas actividades iniciales, se tienen planeadas muchas otras más, en todo el mundo, con la intención de que recordemos la importancia que tiene la luz en nuestras vidas, sino también cómo la tecnología relacionada con ella, las ha cambiado: pues desde aplicaciones médicas, hasta las comunicaciones por internet, tienen que ver con algún tipo de “luz”.

 
Quizá cuando decimos luz, lo primero en que pensamos, es el Sol o en la lámpara que nos permite leer por la noche, pero eso sólo es un parte de toda una variedad de ondas de diferentes energías, específicamente lo que llamamos “luz visible”, justamente porque es lo que los seres humanos podemos percibir con nuestros ojos.
 
La luz visible es sólo una pequeña parte del espectro electromagnético, que incluye aquellas ondas de poca energía como a las ondas de radio –que son del mismo tipo que las que utilizan los teléfonos celulares-; pasando también por las microondas –que usamos tanto para calentar nuestra comida, como para transmitir señales de radar-, hasta otras de mucha mayor energía como los Rayos X, que desde su descubrimiento en el siglo XIX, siguen siendo útiles en aplicaciones médicas.
 
Así, el Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías Basadas en la Luz, busca llamar nuestra atención sobre todos estos “tipos” de luz y sus desarrollos tecnológicos asociados.

 
La luz es prácticamente tan antigua como el Universo, aunque al principio, en tiempos muy cercanos al Big Bang, cuando la materia estaba muy concentrada en poco espacio, la luz realmente no podía viajar grandes distancias. Sin embargo cuando el Universo comenzó a enfriarse y a expandirse más, cuando ya tenía unos 300 mil años de edad, la luz comenzó a poder viajar distancias más grandes, distancias inmensas, si consideramos que la luz –es decir todas las ondas electromagnéticas- son capaces de viajar a la mayor velocidad permitida en el Universo: 300,000 km/s.
 
Como la velocidad de la luz es constante, nos ha permitido usarla como unidad de medida para distancias: por ejemplo, el Año Luz, es la distancia que recorre la luz en un año terrestre y nos ayuda a hacer referencia a las enormes distancias en el Universo. Conociendo la velocidad de la luz, sabemos también cuánto tarda en llegar, por ejemplo la luz del Sol a la superficie de nuestro planeta.
 
Desde que la Tierra se formó –hace 4,500 millones de años- el Sol ha irradiado su superficie, con luz que tarda en llegar aproximadamente ocho minutos hasta nosotros. Luz que justamente, ha hecho posible la vida en la Tierra, pues permite que las plantas, a través de la fotosíntesis produzcan su alimento -los carbohidratos-, además de oxígeno, que constituye el sustento para todas las demás formas de vida, entre las que nos contamos nosotros mismos.

 
A los seres humanos quizá nos tomó un poco más de tiempo, pero también hemos buscado formas de manipular la luz, ya sea para alumbrarnos o calentarnos, desde que “descubrimos” el fuego, pasando por el desarrollo de la iluminación artificial, hasta los modernos sistemas de iluminación con diodos emisores de luz, también llamados LED.
 
En este camino hemos desarrollado también aparatos que a través de espejos o lentes, nos han permitido usar la luz para poder ver mejor –más lejos o más abajo, tal como les contaba la semana pasada en este mismo espacio (Mirando hacia abajo)-, además de que también nos ha permitido comunicarnos mejor: el desarrollo de la fibra óptica, hecha por cables muy delgados de plástico que transmiten señales de luz, ha revolucionado las telecomunicaciones en el siglo XXI. Es muy probable que ustedes estén leyendo estas palabras en su computadora, gracias a que el módem que los conecta a Internet, esté en una red de cableado de fibra óptica.
 
Así que celebremos este año y todos los días a la luz, sus propias maravillas y las que los seres humanos hemos logrado con ella.

 
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