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Columnas y artículos de opinión
Kairós
México: país de la eterna transición democrática
Francisco Montfort Guillén
21 de enero de 2015
alcalorpolitico.com
Toda elección está acompañada de incertidumbre. Ésta es una de sus cualidades supremas. O de sus defectos, como se le quiera ver. Cuando están disponibles opciones para resolver un mismo problema, o enfrentar un desafío, en fin, cuando es posible tomar decisiones la indeterminación sobre los resultados de la misma siempre estará presente. Y no deja de ser paradójico que sea precisamente la indeterminación de los resultados electorales la que cause malestar en la sociedad mexicana. Deseamos fervientemente que los candidatos sean confiables, honrados, profesionales y que cualquiera que elijamos resulte un estupendo diputado, edil, gobernador, senador o presidente. Queremos total certidumbre ahí en donde el juego se llama incertidumbre.
 
La realidad nos juega las contras. Cuando sólo existía de una sopa (PRI) la sociedad deseaba que el candidato, “el bueno”, resultara en verdad el bueno. Ahora que tenemos candidatos hasta para “aventar p´arriba” surge el malestar generalizado de tener que escoger forzosamente entre alguno de esos candidatos, los habilitados por la ley, para ejercer un puesto de elección popular. Y esperar a que nos salga bueno. Estas casi tautologías no se presentarían si no existiera entre los ciudadanos mexicanos un descontento enorme con su clase política. Y no se lanzaran “campañas” para, voluntariamente, anular el voto o para abstenerse de votar. Es de locos haber realizado tantas tareas para construir un sistema electoral más o menos confiable y después realizar actos que desnaturalizan los procesos electorales. Las leyes lo permiten, se dirá. Lo cual no le quita a la decisión de darle la espalda a los procesos electorales, un sinsentido de los “verdaderos demócratas desencantados” con la democracia real que tenemos en el país.
 
Ha sido el neurótico sentido de control sobre los procesos electorales una de las causas por las cuales las elecciones han perdido credibilidad. Esta neurosis surge de la desconfianza. Desconfianza entre los actores políticos, entre estos y las instituciones electorales, entre todos estos actores y los poderes gubernamentales y los llamados poderes fácticos. Con razón declaró José Woldenberg en múltiples ocasiones que si existiera confianza entre los mexicanos, el entonces COFIPE se reduciría a unas cuantas paginas.
 

Y como reina la desconfianza, entonces todos nos volvemos desconfiados y así por siempre rueda este círculo infernal que resulta el principal atentado contra el desarrollo del capitalismo, la modernidad y la democracia. Existen razones de sobra para desconfiar de las instituciones electorales, afirmarán y lo demostrarán algunos ciudadanos. Es cierto. Conforme transcurría “nuestra primavera electoral” germinaban ya las medidas que terminarían por socavar el buen funcionamiento, es decir, el funcionamiento realmente legal y legitimado de las instituciones electorales, desde la federal hasta las locales. Cuestión de pasar revista a la historia electoral bananera de Veracruz.
 
Nuestra primavera electoral nunca fue eterna (ni siquiera en Cuernavaca) pero sí lo es la “transición democrática”. Por si no bastaran las indeterminaciones del elegir algún o algunos candidatos, en este año de gracia la sociedad mexicana acudirá a elecciones que, debido a la enésima reforma, generan todavía más incertidumbres. Al IFE/INE le han cargado de trabajo, sobresaturado de funciones que merman la que debiera ser su única función: organizar los comicios. Es tal el abanico de funciones que tiene que desempeñar el INE que requiere de actividades y personal en exceso, lo cual eleva los presupuestos, lo cual eleva las críticas por los gastos, lo cual eleva las críticas en contra de los procesos electorales… y hacen crecer la desconfianza.
 
Escuchar las declaraciones del actual presidente del INE y de algunos otros consejeros, pues la mayoría están sumidos en un cómodo anonimato, provoca más inseguridades. De pena ajena escuchar a Lorenzo Córdova (lástima de padre) aclarar que en “Guerrero si habrá elecciones pero tal vez no, porque las condiciones y por supuesto la ley se cumplirá y bueno no en todos los distritos”. Carentes de respuestas contundentes, siempre cuidando el lenguaje políticamente correcto, transmiten todo menos certeza. Para eso está la ley, se argumentará. Pero ahora en las leyes también existen incertidumbres. El INE actúa de manera contradictoria en su trato con los partidos y éstos se molestan y desconfían de los criterios con los cuales son interpretadas las normas, como en el caso del manejo de los mensajes de precampaña del PVEM y del PRD.
 

En donde las cabras ya se fueron al monte, como decía Maquiavelo, es en el sistema para fiscalizar los gastos de los partidos conforme los gastos son realizados. Resulta que la empresa contratada para diseñar y poner en funcionamiento el sistema de contabilidad y rendición de cuentas “en línea” de los partidos, incumplió con los plazos y los trabajos. Incumplimiento que ameritaba penalizaciones contractuales. Cuál no será el enredo que en el Consejo General se defendía a la empresa argumentando que sancionarla empeoraría la situación. La situación de la situación de la situación refleja, nítidamente, desorganización en el instituto.
 
Las incertidumbres provocadas por las novedades de las leyes y la desorganización de los partidos aumentarán en esta elección. La encuesta realizada por Parametría y publicada por El Financiero (www.elfinanciero.mx) testimonia las dificultades de realizar cualquier tipo de pronóstico con cierto nivel de certidumbre. Excepto el acercamiento del PAN (cuatro puntos los separan en este momento) a las preferencias por el PRI, y la casi nivelación entre el PVEM, el PRD y Morena poco se puede tener claro en el panorama electoral. Aunque, eso sí, continuará la representación fragmentada de las fuerzas políticas en la “cámara baja”. Y tendremos cuando menos dos nuevos partidos más consumiendo presupuestos públicos.
 
Si bien las elecciones federales no están en riesgo de ser un fracaso, si es factible que aparezcan problemas serios pues las elecciones llamadas concurrentes, o sea las elecciones locales que se llevan a cabo el mismo día que las federales, contarán con nuevas normas de funcionamiento, otro tipo de consejeros electorales y casi seguramente nuevas formas de desbordar las leyes, trampas que intentarán los partidos para triunfar a toda costa. Serán las de este año, unas “elecciones laboratorio”. Las dinámicas de las elecciones locales aunque similares, son diferentes a las federales. El entrelazamiento de campañas publicitarias, de acarreos, de juegos o enfrentamiento de estructuras partidarias, de recursos o demandas jurídicas con un mismo marco jurídico pueden sobrecargar y desbordar a las instituciones. Todo esto sin contar con la injerencia de poderes ilegales, como sucedió claramente en las anteriores elecciones locales de Michoacán. En suma, conoceremos una etapa más de nuestra eterna transición democrática.