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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
El alcoholímetro de la noche
Francisco L. Carranco
18 de agosto de 2014
alcalorpolitico.com
Al revisar superficialmente la incidencia de accidentes automovilísticos provocados por conductores bajo los efectos de bebidas embriagantes, definitivamente, la cantidad se ha reducido considerablemente, quizás, porque los operativos anti alcohol instrumentados por la Secretaría de Seguridad Pública, han dado buenos resultados, sin embargo, los accidentes automovilísticos en su totalidad como problema de salud pública, económico y protección civil siguen en aumento.
 
Esto se ha constatado en las páginas de los periódicos que destinan, diariamente, publicaciones conocidas como la nota roja, en donde se contabiliza el número, realmente alarmante, de accidentes automovilísticos causados por taxistas, camioneros del servicio urbano, repartidores, motociclistas y, también, automovilistas que no escapan a la funesta estadística.
 
El índice aumenta considerablemente y en últimas fechas, los accidentes, han sido mortales, pérdida de vidas humanas y cuantiosos daños económicos y de propiedad privada, además de lesiones y afectaciones a la infraestructura urbana, con un total displicencia por el respeto a la ley de tránsito.
 

La continua ocurrencia de accidentes donde participan automóviles, han dejado la noche, es decir, que es durante el día en que se suscitan la mayoría de los accidentes y esto conlleva a especular sobre la actuación de las autoridades de tránsito, principalmente de los “esbirros” del Secretario de Seguridad Pública, Don Arturo Bermúdez Zurita, que desde su dependencia atrajo las potestades de la Dirección de Transito Municipal para, según él, controlar el transito urbano y aplicar el reglamento de transito, sin distingos, para hacer eficiente la vialidad en la ciudad capital del estado, se distingue una total negligencia para cumplir el fin.
 
La realidad que se sufre en esta ciudad invadida por taxis, camiones urbanos, temerarios motociclistas, camioneros repartidores, juniors y automovilistas despistados que también aportan lo suyo para aumentar la proclividad de siniestros en la ciudad.
 
La proporción de accidentes bajo influjos de alcohol contra los accidentes considerados “normales” no son representativos ni por la cantidad ni por las consecuencias que causa quizás, insisto, las estrategias anti alcohol que, probablemente, cumplen con el objetivo.
 

Los operativos con retén o barricada que desarrolla la Secretaría de Seguridad Pública con efectivos de la policía estatal enmascarados, fuertemente armados con fusiles y chalecos antibalas, patrullas de tránsito y vialidad, médicos y personal administrativo también de la SSP y grúas particulares, someten al automovilista a una prueba para detectar el grado de intoxicación a causa de bebidas alcohólicas, suponemos, todo ello, con el protocolo que la ley permite y en nombre de la prevención de siniestros en bien de la sociedad.
 
La estrategia para asegurar que los automovilistas pasen directamente al retén, es bloquear las cayes adyacentes para evitar regresos ante el descubrimiento de la barricada, una vez que el conductor entra al arroyo de la calle ya no puede dar vuelta y evitar el paso por el puesto de revisión, es decir, la exploración no es aleatoria, todos deben pasar a examen con las normas establecidas para determinar el grado positivo o negativo de alcohol en la sangre.
 
El suplicio entra en acción, el conductor con prueba positiva enfrenta el pernicioso poder de la burocracia policial, es despojada de las llaves del vehículo sometida a un análisis toxicológico con una especie de silbatitos que miden el grado de ebriedad y, ahí, determinan el sí o el no; el trato no importa el volumen de ingesta, lo mismo es para aquel que rebasa el 39% permitido por la norma y todo aquel que tenga de 40 para arriba, según la autoridad, es un ebrio.
 

Hay que demostrar la propiedad del auto, la licencia vigente, la tarjeta de circulación y todas las agravantes que pudieran servir para detener el vehículo y repercutir las sanciones económicas que el medidor toxicológico determine, además de las que genere la ausencia de algún documento; la cuota por rebasar los 40 hace al conductor un ebrio, no se sabe en qué grado porque en la infracción o documento que se expide no lo informan.
 
Los vestigios de la ebriedad y, por consiguiente, las sanciones establecidas para ese efecto quedan a criterio del oficial que la signa, no explican por estar demasiado ocupados atendiendo a otro ebrio, el contenido y efecto del articulo 87 y otros que se acumulan.
 
A la pregunta del procedimiento para recuperar la unidad decomisada, la socarrona burla del oficial en turno dice con un halo de superioridad que representa la autoridad policial hasta el lunes porque sábado y domingo no hay guardia ni quien atienda el pago de infracciones en la sucursal de hacienda, única entidad que para estos efectos no prevé con una guardia el pronto pago de la multa, ahora, el costo del corralón, el arrastre, el deposito y la multa hasta el siguiente día hábil de cometida la infracción, total, para que anda usted de borracho.  
 

Esta medida, el alcoholímetro, ha reducido los accidentes mortales por las noches por la presencia de los retenes. Ahora quisiéramos ver a los “oficiales” de tránsito municipal de la Secretaría de Seguridad Pública, hacer operativos contra los taxistas, camioneros, motociclistas repartidores y todos los que provocan la alta incidencia de accidentes diariamente por excesos de velocidad y violentando el reglamento de transito y que aparecen en los titulares de la nota roja, es decir, pónganse a trabajar no solamente donde atrapan incautos a los que se les pasaron las copas ¿Cuántas? No sabemos porque el certificado médico exprés no lo dice. Que sea parejo Don.
 
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