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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Brasil: después del futbol… la Universidad
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
31 de julio de 2014
alcalorpolitico.com
Cuando un padre de familia enfrenta el problema de qué hacer con la educación de un hijo que ha terminado el bachillerato, se encuentra con un tremendo dilema (¿trilema?): la escuela pública, la escuela privada o… nada: ¡a trabajar! A veces esta disyuntiva se resuelve de tajo: no hay dinero ni siquiera para una escuela pública de las más populacheras, pues hasta estas dizque universidades ya también establecen cuotas y pagos que desdicen su carácter de públicas, y para estudiar allí se requieren recursos económicos que están muy lejos de los sesenta pesos diarios que representa el salario mínimo.  
 
Otro obstáculo es la carrera que desea o para la que sirve el hijo, pues las universidades privadas, en general, no ofrecen aquellas carreras que implican costos muy elevados en instalaciones, laboratorios, centros de investigación, talleres, etc., como sucede con las del área médico-biológica y muchas del área técnica, como las ingenierías (electrónica, mecánica, mecatrónica, robótica, etc.). Las universidades particulares se van por el camino de las carreras que solo exigen un mínimo de instalaciones, como las de las áreas económico-administrativa y humanidades, especialmente contaduría, administración, pedagogía, derecho y comunicación.  
 
Por eso, miles de estudiantes de las clases media y baja se quedan sin ninguna posibilidad de hacer una carrera universitaria, u, olvidándose de sus intereses y aptitudes vocacionales, estudian lo que sea con tal de no verse frustrados y enfrentar la dramática experiencia de contratarse por tres pesos en un empleo de miseria.
 

En Río de Janeiro, Brasil, se está efectuando un evento de gran trascendencia, aunque las televisoras lo ignoran pues no consiguieron financiamiento para transmitirlo, por más que insistieron (¿?) a las empresas cerveceras, cigarreras, de «alimentos» y a otras trasnacionales…  
 
Después del mundial de futbol, que algunos (la FIFA, televisa, etc.) llamaron «fiesta», otros lo catalogaron como simple espectáculo embaucador para los pueblos tercermundistas y muchos otros lo ignoraron, después de aquel negocio de las patadas, se está celebrando el Tercer Encuentro Internacional de Rectores de Universidades, a la que asisten dirigentes de mil ciento tres instituciones de educación superior de treinta y tres países de todo el mundo. Es sin duda, la reunión de líderes universitarios más grande del planeta.
 
En la primera jornada de trabajo destacaron las intervenciones de la doctora Rebeca Grynspan, titular de la Secretaría General Iberoamericana, y del rector de la UNAM, José Narro Robles. La doctora Grynspan dijo que «el desarrollo equitativo se alcanza cuando los jóvenes de los sectores menos favorecidos acceden a las universidades», y que actualmente las dos terceras partes de los estudiantes universitarios latinoamericanos pertenecen a familias que nunca antes habían podido tener un hijo en una universidad (La Jornada, 29/07/14). Esto, recalcó, es un rotundo mentís a las políticas de gobiernos neoliberales (como el del México salinista) que están en contra del financiamiento de la educación superior y quisieran que todas las universidades fueran privadas, o mejor, que no existieran.
 

El rector de la UNAM, cuyas intervenciones siempre son muy importantes, expresó que «Latinoamérica emprende el reto de desarrollarse con tasas de crecimiento altas y sostenidas, y con políticas públicas que aseguren salud y educación, que acentúen el uso del conocimiento […], la generación de empleo pleno y, de forma especial, que contribuyan a poner en práctica acciones efectivas, democráticas y frontales que mejoren sustancialmente la distribución de la riqueza nacional y su combate a la desigualdad».
 
Los gobiernos, como el de este país, entienden sesgadamente su obligación social y son pichicatos (“mezquinos, ruines, miserables, que escatiman lo que deben dar”) con los recursos para educación e investigación académica. Prefieren dilapidar el dinero en armar espectáculos, financiar partidos políticos, pagarse aviones y viajes de súper lujo y comprar líderes charros (políticos y sindicales), que hacer un país de personas educadas y de científicos que impulsen el desarrollo de una sociedad del conocimiento.  
 
Por eso, como señaló el rector de la UNAM, «Si bien las universidades tienen una meta de orden académico, desde ellas se debe alentar el fortalecimiento democrático de nuestros países, el progreso y la lucha contra la injusticia y exclusión. Para ello requerimos de la energía derivada del saber, necesitamos de la ciencia y la tecnología, pero también de las humanidades, de las ciencias sociales, las artes y la cultura».
 

Eso también esperamos de los universitarios que ya tienen el privilegio de estudiar: que desde su universidad sacudan a este pueblo futbolero y manipulado y que «alienten el fortalecimiento democrático de nuestros países, el progreso y la lucha contra la injusticia y exclusión». No veo otro camino.
 
¿Será por eso que las televisoras no tienen patrocinadores para transmitir estos eventos académicos, que, además, ni les importan?  
 
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