23 de junio de 2014
alcalorpolitico.com
No sabemos si un gobernador de dos años pueda resolver alguna situación política para beneficio de la comunidad. En realidad de llevarse a cabo esa propuesta que se cabildea en Palacio y del cual ciertos aspirantes se han dado por aludidos, representaría un impase de transición para las elecciones del 2018, es decir, habría gobernador para preparar la gran elección sucesoria del gobierno federal y el nuevo gobierno estatal.
El tema ocupó la agenda informativa durante esta semana y todos los actores políticos expresaron los “asegunes”, pros y contras, al respecto desde quien sería un buen candidato hasta la exclusión como tal y, obviamente, la inconveniencia para aquellos que están trabajando, desde hace tiempo, la plaza para lograr ser postulados como candidatos.
Dos de los principales contendientes para ocupar la designación como candidatos del PRI desechan la posibilidad de ser ellos los elegidos, uno, el senador Héctor Yunes Landa, proponiendo a su rival como un buen candidato y gobernador para dos años si gana la elección y el otro, el senador José Yunes Zorrilla, interpretando el espíritu de la propuesta apegada a las leyes y a la legalidad argumentando que no necesariamente debe darse el caso de homologación para celebrar los comicios federal y estatal; en el fondo también Pepe considera que Héctor sería buen gobernador por dos años.
La gubernatura de dos años, resultaría beneficiosa para el partido porque evitaría fragmentación y ruptura en la elección interna para decidir al candidato del PRI, es decir, en caso de la homologación, los senadores Yunes tendrían la posibilidad de ser candidato uno de dos años y el otro de seis y cumplir sus aspiraciones de vida.
Lo malo, es que ambos quieren ser candidatos para un periodo de seis años como gobernador; ambos, rechazarán la propuesta del partido para ocupar la candidatura para dos años.
Esto abre otro hipotético escenario, si hay candidatura para gobernador de dos años y los principales precandidatos, los senadores Yunes, rechazan participar para esperar el periodo de seis años, obligadamente surgiría otro candidato diferente a loa antes mencionados que de igual forma podría venir del altiplano o surgiría de la localidad, es decir, cualquier secretario del gobierno actual podría ocupar la candidatura.
En este caso el Partido tendría que escoger a un buen candidato, de similares cualidades de los senadores que pudiera sostener una lucha de nivel con los candidatos opositores, sin riesgo de perder la continuidad del partido gobernante.
La oposición, en el caso del PAN, también, padecerá el trance de selección de un candidato para dos años y otro para seis, recurriendo al desgaste interno, fragmentación y ruptura, porque también uno de los principales contendientes por la candidatura tampoco le interesa ser gobernador por dos años.
El resto de la oposición y las candidaturas independientes, observan que la homologación podría traer conflictos en la selección de candidatos en los partidos más grandes, dándoles una oportunidad de recoger votos ante la trifulca en los partidos vecinos.
Y mientras eso sucede, lo aspirantes deben de esperar el resultado de las propuestas presentadas ante el Congreso y el propio desenvolvimiento del entramado político para la sucesión del actual gobierno.
La homologación de los procesos electorales afecta solamente las aspiraciones de cada uno de los aspirantes, ya que a la fecha han construido una brecha en pro de la ansiada candidatura con la ciudadanía, pero, para ser candidatos para el periodo de seis años.
De ser lo contrario las condiciones de competencia dentro de los partidos significaría un desdén para ocupar la candidatura de dos años, lo que significaría una oportunidad para la oposición de tener un candidato con las mismas posibilidades con un candidato contrario, débil y sin mucha consistencia para obtener el voto ciudadano.
Mientras eso sucede y las cosas se dan, la noticia de que haya elección para un gobierno de dos años no es llamativa para los candidatos con esperanzas de vida de ser gobernador y ganar solamente para bajar la cortina del gobierno que se va.
Suburbio 1
La ciudad necesita urgentemente la aplicación de un programa de bacheo de calles y avenidas, aunque el deterioro de éstas mantiene, obligadamente, el bajo nivel de velocidad de los automóviles que circulan por las arterias dañadas.
[email protected]
El tema ocupó la agenda informativa durante esta semana y todos los actores políticos expresaron los “asegunes”, pros y contras, al respecto desde quien sería un buen candidato hasta la exclusión como tal y, obviamente, la inconveniencia para aquellos que están trabajando, desde hace tiempo, la plaza para lograr ser postulados como candidatos.
Dos de los principales contendientes para ocupar la designación como candidatos del PRI desechan la posibilidad de ser ellos los elegidos, uno, el senador Héctor Yunes Landa, proponiendo a su rival como un buen candidato y gobernador para dos años si gana la elección y el otro, el senador José Yunes Zorrilla, interpretando el espíritu de la propuesta apegada a las leyes y a la legalidad argumentando que no necesariamente debe darse el caso de homologación para celebrar los comicios federal y estatal; en el fondo también Pepe considera que Héctor sería buen gobernador por dos años.
La gubernatura de dos años, resultaría beneficiosa para el partido porque evitaría fragmentación y ruptura en la elección interna para decidir al candidato del PRI, es decir, en caso de la homologación, los senadores Yunes tendrían la posibilidad de ser candidato uno de dos años y el otro de seis y cumplir sus aspiraciones de vida.
Lo malo, es que ambos quieren ser candidatos para un periodo de seis años como gobernador; ambos, rechazarán la propuesta del partido para ocupar la candidatura para dos años.
Esto abre otro hipotético escenario, si hay candidatura para gobernador de dos años y los principales precandidatos, los senadores Yunes, rechazan participar para esperar el periodo de seis años, obligadamente surgiría otro candidato diferente a loa antes mencionados que de igual forma podría venir del altiplano o surgiría de la localidad, es decir, cualquier secretario del gobierno actual podría ocupar la candidatura.
En este caso el Partido tendría que escoger a un buen candidato, de similares cualidades de los senadores que pudiera sostener una lucha de nivel con los candidatos opositores, sin riesgo de perder la continuidad del partido gobernante.
La oposición, en el caso del PAN, también, padecerá el trance de selección de un candidato para dos años y otro para seis, recurriendo al desgaste interno, fragmentación y ruptura, porque también uno de los principales contendientes por la candidatura tampoco le interesa ser gobernador por dos años.
El resto de la oposición y las candidaturas independientes, observan que la homologación podría traer conflictos en la selección de candidatos en los partidos más grandes, dándoles una oportunidad de recoger votos ante la trifulca en los partidos vecinos.
Y mientras eso sucede, lo aspirantes deben de esperar el resultado de las propuestas presentadas ante el Congreso y el propio desenvolvimiento del entramado político para la sucesión del actual gobierno.
La homologación de los procesos electorales afecta solamente las aspiraciones de cada uno de los aspirantes, ya que a la fecha han construido una brecha en pro de la ansiada candidatura con la ciudadanía, pero, para ser candidatos para el periodo de seis años.
De ser lo contrario las condiciones de competencia dentro de los partidos significaría un desdén para ocupar la candidatura de dos años, lo que significaría una oportunidad para la oposición de tener un candidato con las mismas posibilidades con un candidato contrario, débil y sin mucha consistencia para obtener el voto ciudadano.
Mientras eso sucede y las cosas se dan, la noticia de que haya elección para un gobierno de dos años no es llamativa para los candidatos con esperanzas de vida de ser gobernador y ganar solamente para bajar la cortina del gobierno que se va.
Suburbio 1
La ciudad necesita urgentemente la aplicación de un programa de bacheo de calles y avenidas, aunque el deterioro de éstas mantiene, obligadamente, el bajo nivel de velocidad de los automóviles que circulan por las arterias dañadas.
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