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Columnas y artículos de opinión
Injusticias telefónicas
Guillermo H. Zúñiga Martínez
12 de abril de 2014
alcalorpolitico.com
Algunos amigos míos, hombres y mujeres, me han informado que están trabajando de manera entusiasta para organizarse socialmente, porque sienten la necesidad de orientar a cientos de clientes de esa empresa que se dedica a encabezar el servicio telefónico porque principalmente la llamada Telcel, dicen los ha defraudado, debido a que si quieren realizar una llamada, no la pueden lograr sino después de doce o quince veces que utilizan su pírrico teléfono, lo cual provoca un gasto innecesario que sólo aumenta apreciablemente las bolsas de quienes manejan aquella compañía que antes era de todos los mexicanos, porque Telmex pertenecía al gobierno y cada poseedor de una concesión de la paraestatal contaba con acciones para ser parte de esos dineros que manejaba el gobierno federal. Lamentablemente, esa negociación fue vendida en el sexenio 1988-1994 a capitalistas que se han dedicado a explotar al pueblo.
 
La idea de mis compañeros es generosa ya que en última instancia la organización de los veracruzanos tendería a defender los intereses de los pobres, porque hay quien se queda sin dinero para pagar la renta del celular y lo más hermoso es lo que plantean: que legalmente el Gobierno Federal reclame su facultad en la comunicación social para efecto de que las tarifas sean más baratas, dinámicas y complacientes para fortalecer los vínculos entre los seres humanos.
 
El grupo del que hablo, me pidió que en el espacio que disfruto cada ocho días en diversos medios y fundamentalmente en Diario de Xalapa, escriba sus intenciones, porque me han descifrado con cierta tristeza esa desesperación que sienten cuando necesitan tratar algo con sus familiares, amigos o clientes y no pueden hacerlo, pero el que sí cobra por cada llamada frustrada es la proveedora y, obviamente, a ellos les interesa el dinero y no la comunicación social entre personas que se estiman, se quieren o que deben ser compromisos basados en un instrumento que antes era un lujo en cada hogar pero que los usuarios lo sabían utilizar con una gran dignidad. Es más, me hicieron recordar el número telefónico que mis padres tuvieron desde la década de los cincuentas y que no ha cambiado, lo recuerdo como 4620, luego como 74620 después como 84620 y ahora es el 8174620 y su pago sigue haciéndose puntualmente, porque se ha utilizado para trabajar dado que actualmente lo tiene a su servicio la guardería El Moisés bajo la dirección de la muy querida y distinguida educadora Guillermina Martínez Martínez.
 

También es interesante que estos mensajes que he recibido los han conocido algunos amigos de la infancia y entre todos nos hemos hecho acusaciones bastante difíciles, porque recordamos cuando había un teléfono público en la oficina de los garroteros, ahí en ferrocarriles, y muchos chiquillos utilizaban ese medio para hablar a diferentes hogares y llenar de improperios los oídos que tenían la desdicha de escuchar las voces harapientas y groseras de quienes se dedicaban a vagar porque no tenían un trabajo constructivo al cual dedicar su capacidad; es más, me señalaron hasta a mí, porque decían que me agradaba andar llamando taxis para darles una dirección falsa; en otras palabras, el teléfono se utilizaba para hacer perder el tiempo y los recursos a muchas personas, pero estoy escribiendo esto porque me lo han exigido quienes se han dado cuenta de las inteligentes inquietudes de muchas mujeres veracruzanas.
 
En el caso de hacer el planteamiento ante las autoridades federales, la verdad ignoro cuál sería la respuesta que les dieran a las ciudadanas porque desde el punto de vista jurídico y económico no creo que sea tan sencillo volver a darle categoría pública a Teléfonos de México, pero de lo que sí estoy muy seguro es que las damas que se preocupan por unirse pudieran demandar a la empresa por estas fallas telefónicas y ya sea a la que da la línea o a la marca del teléfono, porque no es conveniente que los ciudadanos, por muy pobres que sean, tengan que estar pagando este tipo de insuficiencias.
 
La organización social para defender los intereses, fundamentalmente de los más necesitados, creo que es un excelente motivo para encontrar respuestas que permitan superar este tipo de desperdicios y de ausencias en la atención de los ciudadanos.
 

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