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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Daño colateral al Gobernador y Secretario de Sefiplan
Francisco L. Carranco
14 de noviembre de 2016
alcalorpolitico.com
Pocas veces la vida cobra facturas, pero cuando las cobra lo hace en serio y los observadores, en esta caso el pueblo veracruzano, ve la decadencia del PRI en el estado, principalmente, y en el país, como año colateral de la permisibilidad política de la que fue objeto la corrupción e impunidad en Veracruz ante la complacencia del Presidente Enrique Peña Nieto.
 
Los veracruzanos vivieron en carne propia todos los estragos causados por Duarte, una mente privilegiada que, desde el principio de su administración como gobernador, logró estructurar la maquinaria, jamás vista, para socavar las finanzas públicas a través de estrategias financieras ocultas consideradas por los especialistas como una industria de lavado de dinero, para enriquecerse salvajemente con los recursos públicos.
 
Alternamente, junto con el gabinete a modo con amigos y familiares, se crea la parafernalia política donde los funcionarios de las diferentes secretarias del Gobierno del Estado, manipularon las necesidades de los programas y presupuestos incrustados en el Plan veracruzano de Desarrollo.
 

A través de la Secretaría de Educación, la Secretaría de Salud y Finanzas, se amañaron todos los concursos y licitaciones de obras, además de servicios y compra de todo tipo de productos necesarios para la operación administrativa del Gobierno y sus dependencias.
 
Los secretarios dan la cara y asumen la irresponsabilidad de SEFIPLAN de no dotar recursos por estar inmersos en un programa de austeridad y disciplina administrativa, que en un principio fue creíble, debido a que el gobierno del estado acarreaba, desde el inicio del duartismo, una deuda pública de la administración fidelista, más o menos, de 48 mil millones de pesos según datos dados a conocer por Antonio Gómez Pelegrin, por lo tanto, la operación de los recursos necesitaba de ingeniería financiera para pagar el pasivo de la administración anterior.
 
Y, aunque la instrumentación de “La Licuadora” fue constituida en el sexenio de Fidel, el operador era el ahora ex gobernador, Javier Duarte de Ochoa, como Secretario de Finanzas, ya como gobernador especializó la forma para que los recursos, de cualquier programa estatal o federal, deberían pasar por ahí y bajo una orden contundente, capaz de hacer sucumbir la propia investidura del Secretario de Finanzas o de cualquier otro Secretario, se decidía adonde iban los recursos, obviamente, al pago de facturas de alguna de las 37 empresas fantasmas constituidas para sacar los dineros del erario público.
 

Varios secretarios de Finanzas pasaron por la administración duartista (seis) y el que mejor se acomodó, por su gran experiencia dentro de las tripas de la Sefiplan y la propia Contraloría, fue Antonio Gómez Pelegrín, que puso su experiencia administrativa para tratar de arreglar todo el mugrerío financiero que la operación de la Licuadora generaba, por una aparte, y por el otro lado el cinismo con el que batea a los acreedores siempre defendiendo su postura y la del gobierno de que el dinero sí está… pero, en los papeles, cuando la realidad y el día que tiene que pagar, pues no hay liquidez, de ahí la bandera de… inepto con elevada dosis de cinismo, pero obediente.
 
Duarte necesitaba un perro Guardián que cuidara la otra parte sometida a juicio por el pueblo veracruzano, un Secretario de Gobierno, que fuera obsesivamente fiel y atendiera los reclamos políticos de la sociedad veracruzano, depositó la “confianza” en Flavino Ríos Alvarado, un político oriundo de la zona sur de Veracruz, quién ya había ocupado ese cargo y que presumía una trayectoria impecable como político tradicional, militante priísta, funcionario serio y de una buena e “intachable” conducta.
 
Como Secretario de Gobierno de Duarte a, Flavino, se le empezó a desmoronar todos los valores y reputación de un político con atributos y a partir de la corretiza que les pegó a los pensionados con la fuerza pública, la obediencia servil a Duarte, la aceptación de la gubernatura, la crisis por la que atraviesa Veracruz, tratar de arreglar los asuntos más grave de deuda, por ejemplo con los alcalde apostados en Palacio y Casa Veracruz, sólo con política lo definen como un gobernador débil e ineficiente.
 

Las declaraciones muy desaguisadas ante la prensa nacional y local; el no pago a acreedores y proveedores de todo tipo; adeudos de salarios a profesores y empleados de todos los niveles de la burocracia que paralizan a diario la ciudad con plantones, tomas de edificios, calles y avenidas generando un caos, estos eventos, precisamente, construyen la caída política del encargado del interinato del Gobierno, que ya quisiera que fuera el día 2 de diciembre.
 
Entierra cualquier aspiración política en el porvenir del Gobernador interino que, haya prestado un helicóptero para la huida del ex gobernador JV y siendo un político de abolengo, sucumbiera, sin saber qué hacer, ante una protesta de niños y padres de familia que al igual que los viejitos pensionados, lo obligaron a huir ante el descredito local y nacional, pobre Veracruz.
 
Suburbio 1
 

Finalmente quedan 18 días para que este gobierno termine, los problemas quedarán, pero, creemos que con soluciones, orden, transparencia, fuerza y voluntad, se pudiera llegar a una buena solución y que Veracruz renazca aún y a pesar del pantano en el que se encuentra sumido. Ya se verá.  
 
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