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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Sólo queda de dos sopas y una quema
Francisco L. Carranco
22 de agosto de 2016
alcalorpolitico.com
Ahora sí, no sé si la política es la de siempre, pero de que hay cosas extrañas en el fondo las hay y eso conlleva a un final de sexenio estatal con dos escenarios, el primero, el más conocido y que se envuelve dentro de los ochenta y tantos años de permanencia del PRI en el poder y que como si fuera obligación, ha protegido a la clase política y con ello tolerado que los índices de mal gobierno rebasen todo lo irresponsablemente permitido, o sea, que no pase nada.
 
El segundo escenario que, probablemente, estemos por conocer y vivir es el relativo al daño causado en la sociedad y en el mismo aparato gubernamental, por los gobiernos en cualquiera que sea su nivel (municipal, estatal o federal), que a través de los funcionarios y dependencias han abusado del ejercicio público olvidando el servicio a favor de los ciudadanos para enriquecerse a costa del erario, bajo la protección y tutela de los empoderados jefes políticos emanados del partido en el poder.
 
Estos últimos años serán recordados por el hastío que la corrupción e impunidad ha generado en la sociedad, nunca antes en los gobiernos se había dado tanta manga ancha para que los gobernadores y funcionarios hicieran y deshicieran a su antojo como unos auténticos virreyes donde se han convertido en dueños de todo, se perdió el fondo y la forma de gobernar
 

Los sexenios de Fox y Calderón, que fueron los más permisibles con los gobernadores en turno, no se hablaba de tanta corrupción como ahora, digamos que ejercicio del poder estaba regulado en primer lugar por el Presidente Panista y en segundo por los gobernadores priístas que habían obtenido una “ligera” autonomía por no tener que responder directamente al presidente, finalmente, los gobernadores del PRI no los habían sido por dedazo, por lo tanto, no dependían directamente del Presidente y se cuidaban las formas.
 
Al regreso de Peña Nieto al poder, aquella autonomía se acabó, ahora, habría que rendir cuentas nuevamente al Presidente porque así se ha escrito la historia desde que este país es República y presidencialista, pero, también, el beneplácito de los gobernadores y funcionarios emanados del PRI festinaron la llegada de un Presidente afín, ya que bajo la norma de que “no hay que barrer para atrás” la complicidad en los abusos, la impunidad, el autoritarismo, la corrupción y todo lo que sabemos y no sabemos que pasa en la administración pública, a la fecha, hemos observado lo que sucede cuando los que gobiernan son del mismo equipo, no pasa nada.
 
Algunos se preguntan, dicen y pregonan cómo puede el Presidente exigir cuentas y buen comportamiento a los gobernadores si el propio ejecutivo federal está envuelto en problemas de dudosa transparencia, desde el escándalo de la casa Blanca, la licitación del tren bala o de Pemex, los privilegios a los amigos constructores y los departamentos en Miami; pues sí, desde la cabeza todo está mal.
 

Pero hay una salvedad para el Presidente. Peña Nieto, pidió perdón a los mexicanos porque sus actos se han confundido con acciones de corrupción, ese es el primer indicio de que quiere que las cosas sean diferentes y para creerle tendrá que hacer actos heroicos y contundentes como aplicar todo el peso de la ley a aquellos que se pasaron de listos y saquearon los estados.
 
Hay que estar muy pendientes de lo que pase en Nuevo León con Rodrigo Medina, ex gobernador, que sucumbió ante “Bronco” candidato independiente a la gubernatura que en su campaña abanderó las arengas contra la corrupción y logró ganar bajo la promesa de que iba a enjuiciar al ex gobernador por actos de corrupción e indebido ejercicio del deber como tal.
 
Las elecciones del 5 de junio pasado plantean un panorama desolador para el PRI nacional que perdió siete gubernaturas de doce que estaban en juego, el hartazgo de la ciudadanía de los pocos que les interesan salvar a sus entidades salieron a las urnas y votaron contra los candidatos del PRI, buenos o malos, no importó la gente quería deshacerse de los correligionarios del Revolucionario Institucional y lo logró en más del 60%.
 

Los resultados, ya conocidos y festinados, fueron desastrosos para PRI, las consecuencias ni se diga, el gran Tlatoani Manlio Fabio Beltrones el otrora depositario del poder político emanado de la revolución sucumbió ante la abrumadora votación donde los mexicanos exigieron con su sufragio la salida del PRI en sus estados.
 
Cuentan las historias que, Beltrones, había visualizado esa derrota y pidió la intervención del Presidente Peña Nieto para actuar jurídicamente contra los gobiernos señalados por el pueblo como extremadamente corruptos y dio nombres, el Presidente no quiso actuar y él, Beltrones, prefirió renunciar y cobijarse en las sombras esperando que a los mexicanos se les olvide el descalabro. Para volver a escena.
 
Peña Nieto recurre al silencio y a hacerse de la vista gorda, no quiere actuar por las repercusiones de la clase política priista que supone sería mal visto proceder contra políticos del mismo partido, sin embargo, el Presidente parece cómplice y eso tendrá mayores y peores consecuencias para él, por hacerse omiso ante las evidencias, los gritos de la ciudadanía, los reclamos nacionales e internacionales; la corrupción ya no la tolera el pueblo y hasta el propio partido que los cobija.
 

Actualmente el nuevo dirigente priista, Enrique Ochoa Reza, ha impulsado una iniciativa para la expulsión de tres gobernadores que son acusados de corrupción y a los que se les atribuye la gran culpa de haber perdido las elecciones de los estados importantes para la sucesión presidencial del 2018.
 
Las instituciones federales, principalmente, la Auditoría Superior de la Federación, tiene la radiografía de lo que ha sucedido en los estados con los actos de corrupción que tiene a varios gobernadores de los estados sufriendo porque no pueden solventar ni aclarar el destino de miles de millones de pesos, todo está documentado y en algunos casos radicadas las denuncias en la PGR.
 
Todo en espera de que el Presidente dé la anuencia para que el proceso de limpia y reconstrucción de un partido que ha dado a México cientos de buenos políticos y miles de políticos corruptos, que han generado el empobrecimiento ideológico y social del país para dar paso, solamente, a los actos de corrupción, violencia e impunidad que el propio sistema tutela y protege. O sea, pan con lo mismo por los siglos de los siglos o enjuiciamiento a los corruptos del PRI, empezando por Rodrigo Medina de la Cruz, urge porque esto quema y el 2018 está muy cerca.
 

Suburbio 1
 
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