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Columnas y artículos de opinión
¡Hipócritas!
Helí Herrera Hernández
25 de julio de 2016
alcalorpolitico.com
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Twitter: HELÍHERRERA.es
 
Una de las cualidades que tiene la burguesía cuando se equivoca y ofende es pedir una disculpa. Así se enseña en los hogares de todos ellos a los pequeños cuando lastiman con su lenguaje a la servidumbre >pídele una disculpa<, le dice la madre o el padre a la niña porque consideran que con ello se resarce el daño moral ocasionado. Lo mismo sucede en las aulas o en el trabajo, cuando el patrón sin justificación alguna lastima con sus palabras o acciones al empleado.
 
Esas enseñanzas las han adoptado los políticos neoliberales representantes y defensores de esa clase social en los últimos años, siempre y cuando los daños ocasionados por sus políticas públicas o acciones individuales transponen los obstáculos informativos controlados por ellos mismos, y son del dominio público no solo local, sino internacional, inclusive.

 
Tanto ellos como sus alfiles ya hicieron escuela. Allí tiene usted a Ciro Gómez Leyva cuando en los procesos electorales de 2006 y 2012, cada noche que duró el proceso electoral salía con una encuesta del grupo Milenio afirmando en la primera que Felipe Calderón Hinojosa le sacaba una ventaja a su más cercano perseguidor de 15 puntos y en la última Enrique Peña Nieto de 22 a López Obrador, buscando, desde luego con ello, generar un efecto entre la sociedad de >para qué voy a votar por el candidato opositor al régimen si ya está derrotado prácticamente<, como al final lo consiguieron.
 
Al otro día que se conocieron los resultados oficiales por las autoridades electorales don Ciro, con una cara-dura salió a cuadro aceptando que la diferencia entre Felipe y Andrés Manuel no era ni siquiera de un punto porcentual, y que pedía “una disculpa por la equivocación”, pero por dentro regocijado porque el objetivo que habían trazado con los varones del dinero se había cumplido al pie de la letra.  
 
Otro ejemplo de hipocresía burguesa es la realizada por el entonces presidente Vicente Fox con aquel episodio conocido mundialmente como >el cenas y te vas<, que una, 10, cien y miles de veces tanto él como sus voceros mintieron al pueblo de México y a la sociedad internacional sobre los hechos, tergiversándolos y acusando al gobierno de Fidel Castro de “manipulador” y “mentiroso”, cayéndoseles el teatro montado cuando el gobierno cubano saca la conversación total grabada por el aparato de investigación de la isla, que desnuda al expresidente y lo muestra como un vulgar mentiroso conspirador.

 
Y qué decir del católico Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, aquel que desde monaguillo aprendió los 10 mandamientos de memoria, entre ellos el de no mentir, no matar cuando frente a la madre que espera el regreso de sus hijos y sobrinos desaparecidos, frente al poeta que movilizó a cientos de mexicanos por el asesinato de su hijo y cuatro jóvenes más, frente a los que lloraban ante él por los daños colaterales de esa alocada declaratoria de guerra contra el narcotráfico les dijo: “todos los que integramos el Estado somos responsables y coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas, por no haber actuado contra los criminales”, considerando con ello que se borraban las 121 mil 683 muertes violentas ocurridas durante su sexenio, según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
 
Hoy está de moda en la clase política neoliberal, por lo que vemos, pedir perdón frente a sus aberraciones y ambiciones, las que trascienden, las objetivas, las que no pueden ocultar. Tocó el turno al hijo putativo de televisa Enrique Peña Nieto hacer el drama en vivo y a todo color, frente a las cámaras y micrófonos de todos los medios de comunicación y montar un capítulo novelesco de pedir perdón por el affaire de la casa blanca en el marco de la promulgación del paquete legislativo contra a corrupción: “No obstante que me conduje conforme a la ley (sic), este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno….si queremos recuperar la confianza ciudadana todos tenemos que ser autocríticos, tenemos que vernos en el espejo, empezando por el propio presidente de la república" y añadió “En noviembre de 2014, la información difundida sobre la llamada casa blanca causó gran indignación. Este asunto me reafirmó que los servidores públicos, además de ser responsables de actuar conforme a derecho y con total integridad, también somos responsables de la percepción que generamos con lo que hacemos, y en esto, reconozco que cometí un error. En carne propia sentí la irritación de los mexicanos. La entiendo perfectamente, por eso, con toda humildad, les pido perdón. Les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé".
 
Y tan tan, este asunto se ha arreglado, todos contentos y que siga la fiesta pensó el ejecutivo federal, sin reflexionar que esa misma sociedad agraviada de inmediato piensa y discute hoy mismo en las redes sociales, en las calles y en todas partes, si ese agravio a los mexicanos con un simple perdón se arregla. ¿Qué no hay castigo entonces para los corruptos? ¿No hay sanción para todos aquellos funcionarios que aceptan un soborno a cambio de favorecer con obra pública o compra de bienes muebles a contratistas, empresarios y comerciantes?

 
¿Acaso no hay reparación del daño, luego entonces, para aquellos periodistas que investigaron y denunciaron la corrupción presidencial de recibir una casa de mas de 120 millones de pesos (precio actual del dólar), y que por tal trabajo sufrieron la represalia de privarlos de su trabajo, y a nosotros de sintonizar un noticiario veraz y critico?
 
Ahora entiendo por qué no hay castigo para los exgobernadores y gobernadores ladrones; para los expresidentes y presidentes municipales pillos que cuando toman posesión ni casa propia tienen y cuando culminan sus administraciones se convierten en hombres y mujeres millonarios. Si la punta de la pirámide es corrupta ésta no puede exigir honradez a los de abajo. Y si no con un pedir perdón basta.
 
Chulo ejemplo dan a sus subalternos.