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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
La renuncia de Beltrones: Vergüenza, dignidad o ambas
Francisco L. Carranco
27 de junio de 2016
alcalorpolitico.com
Sisma en la cima política y partidista del gobierno emanado de la “revolución” que ha fomentado ya los aspectos de sublevación, como cuando allá por los años del porfiriato, el Presidente en turno, hacía lo propio para levantar en armas a un pueblo jodido que vivía a plenitud la arrogancia, riqueza, corrupción controlada, prepotencia y otros tantos calificativos que, a la largo de la historia, han prevalecido en la esfera del poder presidencial y del PRI.
 
Institucionalizada la revolución (guerrilla armada) como un sistema republicano, sostenido por leyes y acuerdos para perpetuar el poder y heredarlo, bajo un relativo sistema democrático que desde siempre ha beneficiado sólo al grupo en el poder y con complicidad en cascada con todos los entes políticos: diputados, senadores, magistrados, gobernadores, presidentes municipales, sin oposición y con el uso autorizado de la fuerza pública, fundan y consolidan la supremacía del PRI-gobierno.  
 
Un Imperio que resultó insuficiente ante la manifestación del hartazgo y repudio de los ciudadanos en los últimos comicios que, con el voto en la mano, expresaron a éste México nuestro qué las cosas deben cambiar para la mejoría del país  
 

En varios estados gobernados por el PRI, nunca antes se había observado tanta voracidad por allegarse ilícitamente de los recursos públicos, la desfachatez con que la corrupción invadió a los nuevos políticos que arrasaron con el dinero destinado los programas sociales y políticas públicas en beneficio del pueblo, entre otros tantos agravios, provocaron la impaciencia de la ciudadanía.
 
Los ciudadanos no pudieron más y sin voz ante los oídos sordos del Presidente Peña Nieto, salieron a sufragar por un cambio, por un castigo, por el repudio a la clase política y confiando en que la alternancia en el poder, por lo menos, traerá un equilibrio, paz y esperanza, el voto fue para los contrarios.
 
Los nuevos gobernantes proponen y prometen dentro de un aparato corruptor instaurado en las entrañas de todo lo que sea gobierno y, por ejemplo, en el caso de Veracruz sólo habrá dos años para recuperar el rumbo perdido por los individuos que utilizaron al PRI y la bandera democrática para constituir una banda de rapaces que casi acaban con el estado, hay que remediar este asunto.
 

Y, el paradigma político de los procesos electorales y de la hegemonía como depositarios del poder político llegaron al tope, al PRI se le agotó la fórmula para permanecer en el poder y los ciudadanos con una modesta elección en la que, los “indecisos”, optaron por encabezar el repudio ciudadano ante tantos abusos, corrupción, impunidad y autoritarismo de los políticos, ellos votaron contra el PRI, depositaron su votos en los dos partidos opositores que podían llevarlos a la alternancia en el gobierno el PAN y Morena.
 
En Veracruz ganó el PAN. El Gobernador electo logró y a pesar de una intensa campaña de desprestigio a su persona que no a su investidura como político, se alzó con el triunfo en las elecciones.
 
Los atacantes utilizaron muchos recursos económicos para tratar de que el electorado se subiera a la campaña de lodo, sin embargo, cuando se compara lo que decían del candidato del PAN contra lo que observaron en la gestión de los gobernantes del PRI, la diferencia se reflejó en las urnas, la ciudadanía ya no quiere nada con el PRI.
 

Sobre esto emerge la figura de don Manlio Fabio Beltrones, ahora ex Presidente del CEN del PRI y presunto ex contendiente, o por lo menos por el PRI no irá, a la Presidencia de la república en los comicios del 2018, trató de remediar el colapso del PRI en las elecciones, sin embargo, las evidencia del hartazgo de la población contra la corrupción y autoritarismo de los gobernantes del PRI, optó por renunciar a su encargo para apechugar la caída de los que creyeron que el PRI era para siempre.
 
Beltrones, pidió a al Presidente Peña que actuara contra los gobernadores que habían utilizado al PRI para enriquecimiento de unos cuantos, intentó utilizar las viejas fórmulas de engaño, triunfalismo y bolas de humo para confundir a la ciudadanía, pero, la decisión popular, por lo menos, en siete estados, favorecía el triunfo para los partidos contrarios al PRI.
 
En un intento de cambiar las cosas, Beltrones, enarboló acciones de impugnación en todas la entidades perdidas y se proclamó como una víctima él y el PRI de una serie de tropelías en los comicios dijo, esas que fueron inventadas por el mismo partido que él representa y que con ellas arrebataron durante años las posiciones ganadas legalmente por otros partidos, nunca ninguna impugnación contra el PRI floreció para dotar de certeza a una elección arrebatada.
 

Ante esta verdad, Manlio, dignamente presentó su renuncia, al CEN del PRI, porque no pudo sacar la elección, seguramente, todo el proceso post electoral le será adverso al PRI y, con la pérdida de siete estados, se pone en riesgo la elección presidencial para el PRI. Eso ya lo vio venir y es mejor separarse con una derrota en los procesos estatales que con una derrota en un proceso de elección presidencial.
 
El escarnio y la algarabía de los ciudadanos ante la derrota del tricolor, hundió a Beltrones en la vergüenza nacional, ya que él como estratega y último priísta experimentado con toda la sabiduría partidista fue apabullado por el encono de los ciudadanos hacia todo el sistema gubernamental, el líder nacional del PRI, pidió refuerzos para que el Presidente Peña, actuara en consecuencia contra todos los señalamientos de corrupción en los estados donde había problemas con los ciudadanos, intentando un golpe de timón que evitará el hundimiento de la nave. Mario Fabio Beltrones, fue ignorado y ahora apechuga las consecuencias.  
 
Pero, no quiere ser él que cargue con la derrota nacional en el 2018, por eso, dignamente pero avergonzado presentó su renuncia con carácter de irrevocable a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional. Que sea otro el que de la cara.
 

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