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Columnas y artículos de opinión
Kairós
¿Qué educación para el Veracruz de hoy?
Francisco Montfort Guillén
3 de febrero de 2016
alcalorpolitico.com
¿Por qué existe en el mundo, México en particular, una situación de angustia y enojo de los ciudadanos hacia las formas sociales de vida y un sentimiento de coraje en contra de los políticos? ¿Por qué los sistemas políticos democráticos y sus hombres y mujeres no logran resolver los problemas de manera satisfactoria, inclusive en los llamados países desarrollados? ¿Por qué nuestro momento histórico es nuevamente de <<malestar en la cultura>>, de inconformidad y rechazo a todos los poderes?
 
Estas importantes preguntas no pueden ser respondidas en el espacio de un artículo. Pero sí es posible avanzar frágiles respuestas sobre el denominador común que sustenta estas cuestiones. Y también cómo enfrentarlas. Al menos deberíamos preguntarnos por qué la inconformidad y la insatisfacción existen lo mismo en Estados Unidos, en Europa, en Asia, que en América Latina. Cada país de estas regiones enfrenta problemas particulares que podrían responder de manera más precisa el por qué inmediato de sus malestares. Pero aun así se dejaría de lado la cuestión de las razones o motivos por los cuales los políticos y funcionarios no consiguen hacer crecer la economía a tasas más altas, no pueden detener el poder de los grupos financieros, y otros poderes fácticos legales e ilegales; no consiguen frenar las exclusiones sociales, políticas y las desigualdades y pobrezas de los ciudadanos.
 
Una hipótesis sería que la sociedad postindustrial, anunciada por varios autores en Francia y Estados Unidos en los años cincuenta, ya es una realidad. Esta sociedad es el sustento de una nueva era del capitalismo. No vivimos una <<sociedad post>> de cualquier cosa. El modo de producción dominante sigue siendo el capitalismo. La sociedad dominante no es <<post>> pero sí es una <<sociedad del conocimiento>>. Y la manera dominante de producir bienes y servicios es de base digital.
 

Vivimos actualmente la irrupción del capitalismo digital. Es su etapa de nacimiento. Su parto nos es desconcertante. Por eso muchos analistas la confunden con el <<regreso al capitalismo industrial salvaje, de la “acumulación originaria de capital”>>. Olvidan que nuestro origen está en el futuro. Porque es ahí en donde surge lo originante. Y en ese futuro, lo originante está en la consolidación y después maduración del capitalismo digital y su principio de funcionamiento y de legitimación política.
 
El nacimiento del capitalismo digital, que, insisto, fue llamado postindustrial hace sesenta años, trae consigo problemas para los cuales ninguna sociedad tiene soluciones inmediatas. Su fuerza estriba en una capacidad redoblada de destrucción creativa de fuerzas productivas, sobre todo de empleos. Los empleos que destruye no pueden ser recreados. No existe ninguna sociedad preparada para construir el mismo número de empleos que son destruidos. Pero además: los nuevos empleos son de característica nuevas, que exigen otras cualidades en los trabajadores.
 
En la reciente reunión del WEF, en Davos, se informó que en los países de la OCDE, organismo del cual forma parte México, serán destruidos en los próximos cinco años alrededor de siete y medio millones de empleos. Y sólo podrán ser creados cerca dos millones de nuevos puestos laborales. Y eso será suficiente para mantener y mejorar la producción y la productividad.
 

Los magnates que dominan el mundo anunciaron formalmente el inicio de la <<Cuarta Revolución Industrial>>. En realidad dieron inicio formal al nacimiento del capitalismo digital. Un modo de producir alucinante por sus novedades, que no será el producto, como ya se pronunciaron varios críticos, de la voracidad económica y del alma sin piedad por las ganancias de los <<capitalistas neoliberales>>. El capitalismo digital es el resultado histórico de movimientos sociológicos y políticos, derivados de las experiencias de dos guerras mundiales. Y sobre todo es la consecuencia de invenciones y descubrimientos científicos formando una revolución tecnológica que ha modificado las formas de dominación entre naciones, generado nuevos problemas y, también, ha traído muchas soluciones de antiguos problemas colectivos, muchas comodidades individuales y nuevas formas de bienestar social. Por otra parte, también conlleva nuevas y acuciantes desarticulaciones estructurales que profundizan graves y antiguos problemas no resueltos.
 
Atender y resolver la extensión y profundización de viejos problemas de dependencia, de exclusión, desigualdades y pobrezas. Considerar y reparar problemas surgidos de las nuevas formas de producir riquezas, de comerciar, de manejar las finanzas, de formar ciudadanos adecuados para el nuevo modelo de funcionamiento social que se impone a escala del mundo. Son tan contradictorios estos grandes problemas, que los Estados nacionales no pueden hacerles frente, en un contexto de funcionamiento de poderes fácticos que limitan sus capacidades legales de respuesta.
 
Una cuestión fundamental que trae consigo el capitalismo digital naciente es el sustento en una <<sociedad del conocimiento>>. Es decir, en una nueva que genera incesantemente nuevos conocimientos y que es convertida en una <<sociedad que aprende aprendiendo>>. La formación del mayor número posible de profesionistas universitarios de grandes cualidades intelectuales y destrezas y habilidades superiores. La producción permanente de conocimientos, gracias a la creatividad constante y la innovación incesante en concordancia con las necesidades de las sociedades locales y mundiales. La conversión del <<proletariado>> en <<cognitoriado>> (los nuevos desempleados, el nuevo <<ejército digital de reserva>>) que exige a los ciudadanos convertirse en aprendices, en estudiantes durante toda su vida, desde la infancia hasta el fin de su vida productiva; estas transformaciones constituyen, sin duda, novedades sociopolíticas que desestructuran las vidas actuales de todos los ciudadanos del mundo.
 

El malestar crecerá día tras día. No habrá descanso. Afectará la vida cotidiana de cada ciudadano, porque pone fin a la ilusión de alcanzar, o la experiencia de vivir, en la <<sociedad del ocio>> que era el complemento de la sociedad del Estado de bienestar, propia del <<capitalismo industrial maduro>>. Ambas sociedades desaparecen, lenta pero perceptiblemente, en cada país, con ritmos y consecuencias diferentes. La transición es dolorosa. Incomprensible para muchos. Pero inevitable.
 
No existe <<sociedad del conocimiento>> sin <<economía del conocimiento>>. Y sociedad del conocimiento significa <<sociedad que aprende>>. Todos los ciudadanos en empresas de todos los sectores y todos los tamaños, todos los ciudadanos en instituciones públicas de todo el Estado, todos los ciudadanos funcionando en ONG´s y demás organizaciones de la sociedad civil tendrán que convertirse en seres humanos dispuestos y capaces de aprender de manera permanente nuevos conocimientos, en adquirir y dominar nuevas habilidades. Durante toda su vida.
 
Esto significa sin más la necesidad de repensar, refundar, reorganizar el sistema educativo del país y el de Veracruz en particular. En el capitalismo digital carece de relevancia la división entre <<educación pública>> y <<educación privada>>. Lo que importa es el valor de uso, la socialización de saberes, conocimientos, destrezas y habilidades de alta calidad de los seres humanos que deben desarrollar sus talentos personales al máximo. Aprovechar el envión que da la reforma educativa impulsada por el gobierno federal, para realizar en nuestro estado un<<más allá>> de lo que está proponiendo, es una oportunidad estupenda. El atraso educativo en la entidad es no sólo una afrenta. Es un enorme estorbo para poder entrar en la dinámica del tipo de sociedad que demanda el capitalismo digital. Eso, si queremos subsistir como nación, o como un estado desarrollado en la República Mexicana.
 

Estamos obligados a pensar radicalmente. Es decir, conocer, aceptar y modificar la raíz de los problemas. Situarnos en el peor de los escenarios. Imaginar que el desastre educativo nacional debe impulsarnos a proponer como inútil todo lo existente, para reconstruir las verdaderas fortalezas del sistema educativo veracruzano. Si queremos contar con políticos, funcionarios, empresarios, profesionistas, científicos, maestros que resuelvan los nuevos problemas y los viejos problemas acumulados, entonces debemos pensar en reconstruir un sistema educativo que sea capaz de formar esos nuevos ciudadanos comprometidos con su sociedad, pero sobre todo, capaces de aprender durante toda su vida
 
Se acabó la hamaca. La <<sociedad del ocio>> con empleo formales, bien remunerados y abundantes, con menos horas de trabajo, vacaciones pagadas y sistemas de pensiones que brindan una vida de retiro digna y confortable son cosa del pasado. Todos estos elementos, que cubrieron la vida de la segunda mitad el siglo XX, están en crisis. Y para la mayoría de los mexicanos que nunca pudieron disfrutar de empleo y de la <<sociedad del ocio>> será más difícil su inclusión en la formalidad legal y sus ventajas. Para los gobiernos será todavía más cuesta arriba disminuir drásticamente las desigualdades y las pobrezas. Así que la tabla de salvación en el mediano plazo es la constitución de un nuevo sistema educativo. Es cuestión de vida o muerte. Los países desarrollados cada día se alejan más y más de nosotros y profundizan nuestras desigualdades. Es momento de asumir la responsabilidad política: construir el nuevo sistema educativo veracruzano.