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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Elegir al candidato quá difícil
Francisco L. Carranco
7 de diciembre de 2015
alcalorpolitico.com
Es posible que el aumento en la inquietud sobre quiénes serán los candidatos en las 12 entidades que tendrán gobernador el año próximo, crezca y altere desde los ánimos, las acciones electorales, hasta las relaciones antes, durante y posterior a la elección de quienes serán los protagonistas.
 
El trabajo que realiza Manlio Fabio Beltrones en el afán de mantener la unidad de los integrantes y militantes con el partido, en torno a la selección de candidatos, se reduce a una sola acción: apoyar a quién determinará quién va a la contienda electoral.
 
Ello quiere decir, apegarse a las leyes no escritas y sumarse al que tomará la decisión final, o sea: el líder nacional del partido y la cúpula partidista, el gobernador que dejará el puesto para imponer a su candidato local con el acarreo partidista o el mero preciso, es decir, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que, por ejemplo, en el caso Veracruz, más que ganar la mini gubernatura, se juega la permanencia del electorado a favor del PRI, en la elección presidencial.
 

Las condiciones sociales no son ni representan ser las mejores para el PRI en estos momentos; los problemas económicos, de deuda e inseguridad, entre otros, están clavados muy severamente en el ciudadano que, cada día que pasa, percibe con mucho desanimo cualquier acción política que los políticos actuales y funcionarios pudieran hacer a favor de mejorar una relativa calidad de vida.
 
Sin embargo, los ciudadanos sí están muy atentos y siguen generando un genuino repudio hacia todos aquellos que hacen acciones en contra de la sociedad: corrupción, prepotencia, omisión, displicencia, autoritarismo, incumplimiento, arrogancia y presunción de que en el estado no pasa nada cuando pasa de todo.  
 
Los mundos paralelos en que los políticos y ciudadanos conviven son diferentes. Los primeros con la visión que los políticos tienen sobre la realidad ficticia de la abundancia que el estado está viviendo y la otra, la del ciudadano, que vive con la realidad verdadera, fuera de la esfera de esa abundancia de los políticos, con la carga de la supervivencia cotidiana a cuestas.
 

Y, ante la ausencia de la revolvencia económica que el propio estado debiera generar con el pago oportuno a burócratas y empleados universitarios, jubilados y pensionados, proveedores varios, constructores, prestadores de servicio, proyectos agrícolas, productivos, médicos, docentes, y la amenaza latente de que el aguinaldo no llegue en tiempo y forma, agrava más la perspectiva política sobre la sucesión y la decisión final del candidato.
 
Con ese panorama, bastante funesto para cualquier proceso electoral, emerge el ciudadano resentido, ese el que a partir de enero verá como acabaron las patadas y puntapiés, los desgarres de vestiduras para dar paso a la unidad partidista, del PRI, para que en enero haya un candidato que “asegure” la elección para gobernar Veracruz.
 
Pero para ganar Veracruz se necesita alguien que pueda explicar porque el estado está como está. Que pueda asegurar que con el voto ciudadano se podrá recuperar el mínimo de bienestar, progreso y la seguridad de que el dinero se usará para dinamizar la economía y que Veracruz tenga la posibilidad de tener ciudadanos tranquilos y con paga oportuna para crecer y preservar la paz social.
 

La pregunta es ¿habrá un candidato que logre ese objetivo?, quizás sí. Los políticos tradicionales tratan, como Beltrones, confía en obtener votos mediante la utilización de dos técnicas básicas: el conocimiento personalizado de su electorado y la elocuencia.  
 
Los políticos de la modernidad creen que la sólo estructura del partido, y la consabida operación el día de la elección con los sectores, líderes, acarreados, despensas, compra de votos y otros recursos que han dado votos, serán suficientes para sostener la decisión política de quien manda más para sacar cualquier candidato, pero la decisión sostiene endeblemente la posibilidad de que un candidato local pueda representar la voluntad de la sociedad expresado en las urnas.
 
Conociendo a la gente se puede tener presente sus gustos, intereses y puntos sensibles que decide si participa o no en la elección, en el aquí y ahora, esa información a la hora de emitir un sufragio, no está a favor del partido en el poder.
 

La oposición también quiere aprovechar el clima político y animadversión de los ciudadanos en contra de los políticos, por ello contenderán con todo lo que esté a su alcance para motivar a la gente a votar, ya que la historia ha dicho que cuando hay afluencia a las urnas, el partido en el poder sufre y se tambalea para ganar elecciones.
 
Habrá candidato independiente, alianzas PAN – PRD, y otros candidatos de oposición que fragmentarán el voto, además, la resistencia de los no elegidos, equipos especiales que vendrán de CEN Nacional del PRI cómo coordinadores y, quizás, los sufragios para la permanencia del ritual priista no alcancen para ganar la elección.  
 
Es sólo una hipotética reflexión.
 

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