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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
El viernes perdimos todos
Miguel Molina
26 de noviembre de 2015
alcalorpolitico.com
La madrugada del sábado me sorprendió viendo videos violentos sin volumen, para no despertar a nadie. Pero cuando se hizo de día – una mañana luminosa y helada – me puse los audífonos y volví a ver las imágenes de lo que pasó en Xalapa y en Veracruz el viernes durante (o en vez de) las evaluaciones a los profesores, y escuché lo que decían quienes tomaron parte en lo que todos sabemos.
 
A mediodía, después de haber visto una y otra vez las imágenes y escuchado lo que se decía en quién sabe cuántos videos (que juntos daban una idea de lo que pasó el viernes) tuve que aceptar que todos perdimos. Todos. Unos perdieron más que otros, pero todos perdimos algo que puede ser irrecuperable si no hacemos algo y pronto.
 
Perdió el gobierno (el gobernador y sus funcionarios) porque una vez más fue claro que no saben cómo actuar ante la inconformidad. Javier Duarte volvió a perder el lunes, cuando anunció que los periodistas que quieran cubrir las evaluaciones de los profesores – desde un "área especial" – tendrán que acreditarse con la secretaría de Seguridad Pública. La medida viene demasiado tarde y no sirve por razones más que obvias.
 

Perdió credibilidad el secretario de Gobierno, Flavino Ríos, quien aseguró que en el zafarrancho del viernes no hubo policías vestidos de civil. Seguramente ni él (a cuyo cargo está la política interna de Veracruz) ni sus asesores se enteraron de lo que pasó, ni vieron los videos que estaban literalmente en todas partes.
 
Si el secretario de Gobierno y quienes lo ayudan hubieran visto al menos algunos de esos videos, habrían notado al policía vestido de soldado que agarra a una mujer por el brazo y la avienta brutalmente al suelo mientras otros – habrá que pensar que eran civiles con corte de pelo militar – patean a una persona en el suelo sin que ninguno de los cientos de agentes armados haga nada por evitarlo.
 
También habrían visto el secretario y sus asesores a muchos de esos civiles saliendo del gimnasio donde se iba a hacer la evaluación, y podrían llegar a la conclusión de que algunos de ellos terminaron golpeando a varios de los presentes en la manifestación. Pero no vieron esos videos. Qué lástima...
 

Perdió fuerza el sistema. Estos incidentes, justo antes de que comiencen las campañas políticas, inclinan a pensar que el sistema político de Veracruz está agotado y ya no puede manejar una realidad que de muchas maneras contribuyó a crear, y mucho menos con policías vestidos de soldados y armados como si fueran a la guerra y no a cuidar una evaluación de profesores.
 
Perdieron los precandidatos, del partido en el gobierno y de cualquiera de las oposiciones, porque uno de ellos tendrá que llegar a tratar de que las cosas cambien en dos años. Quien gane las elecciones tendrá que invertir no poco capital político en el trabajo de limpiar los modernos establos de Augías.
 
Perdieron los profesores, tanto los que están dispuestos a someterse a la evaluación como los que se oponen a ella. Unos profesores quedaron marcados como traidores por los profesores que no aceptan a quienes no piensan como ellos, y los que se oponen a la evaluación quedaron marcados como intolerantes.
 

(Uno debe aceptar que entre la gritería en la que predominaban los insultos a la Fuerza Civil – que tiene mucho de fuerza y nada de civil – se escuchaban voces pidiendo que dejaran pasar a quienes iban a la evaluación, y otras que advertían que quienes golpearon a diestra y siniestra no eran profesores, pero el ambiente daba miedo a unos y a otros).
 
Perdió el secretario de Seguridad, Arturo Bermúdez Zurita, que una vez más no supo o no pudo o no quiso aceptar que la sociedad de este siglo ya no se deja, y que los medios – pinches medios – pueden publicar información que llega a la ciudad y al mundo de manera casi inmediata.
 
Se puede decir, sin exageraciones, que no se vio a la policía cercana y comprometida que existe en el discurso que el funcionario presentó al Congreso (hubo vándalos, profesores o no, que destrozaron pequeños comercios en la zona del estadio sin que la policía se molestara en intervenir).
 

También se notó sin lugar a dudas que la única manera en que los medios – pinches medios – pueden producir sangre es ordenando a los reporteros pegar de cabezazos contra las macanas.
 
Pero a fin de cuentas perdimos todos, porque ahora es claro que una parte importante de la sociedad veracruzana (empresarios, hoteleros, comerciantes, transportistas, constructoras, músicos, estudiantes, jubilados y empleados públicos, reporteros de a pie, y un largo y triste etcétera) ha dejado de confiar en el gobierno y en quienes representan al gobierno. Y así no vamos a ningún lado.
 
La sangre llegó otra vez al río. Los empleados del gobernador (secretarios, asesores, canchanchanes, guardaespaldas, porros y similares y conexos) olvidaron el tristemente célebre discurso en que el mandatario dijo a los reporteros en Poza Rica: "Si algo les pasa a ustedes al que crucifican es a mí". Y ya ven.