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Columnas y artículos de opinión
Metrópoli
Una mafufada para el debate
Francisco L. Carranco
9 de noviembre de 2015
alcalorpolitico.com
Temblaron las instituciones, la sociedad mexicana e internacional y los involucrados en la producción, distribución, comercialización y consumo de la marihuana, al conocer la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y todo lo que ello implica, sobre conceder el amparo a cuatro usuarios para usos recreativos de ese enervante.
 
La opinión pública nacional aun, en estos momentos, no entiende la magnitud de este precedente que históricamente se había debatido en México desde modestos intentos por reglamentar el uso y producción del enervante, conocido popularmente como Marihuana, ante la ineficiencia de políticas públicas para detener el consumo, producción y venta, y en consecuencia los delitos que se derivan del abuso de las drogas.
 
El problema que provoca el consumo de la “mota” no es excluyente de nuestro país, es un problema que atañe a todo el continente, incluido, los Estados Unidos el principal consumidor de drogas, los daños colaterales del trasiego que han provocado en la población mexicana severos daños sociales, económicos, políticos, de inseguridad, violencia y de salud pública.
 

El debate, puesto en la mesa de discusión, dividió posiciones personales porque el mercado y consumo se verían beneficiados dentro del mundo de la permisibilidad, la frivolidad y la relativa recreación que pudiera representar la legalización, ¿pero legalización para quién, para los adictos, enfermos, jóvenes o público en general?
 
Cuatro individuos del autodenominado grupo “SMART (Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante)” recibieron el resolutivo para el auto consumo personal sólo esos cuatros sujetos, que no implica qué, como grupo o personas morales, puedan promover el uso del estupefaciente con más agremiados a esa agrupación.
 
Las esperanzas para la legalización de marihuana, llenó de júbilo a los adictos secretos, que creen que el uso será reglamentado para poder consumir la droga en lugares públicos, ya no al margen de la ley, pensando que con la desaparición de la ilegalidad se reducirá el narcotráfico y que el mercado se regirá por oferta y demanda “controlada”.
 

Y bajo esa nueva cosmovisión sobre el uso y abuso de las drogas, habrá que precisar los pros y contras del hipotético asunto, ahora tema caliente y polémico. La marihuana es la principal puerta de acceso a las drogas.  
 
La legalización acabaría con el lucrativo negocio del narco, ya que la venta de la droga no se haría más en el mercado negro existente, al terminarse la clandestinidad la problemática que esto representa disminuirían notablemente el precio de las droga, disminuiría y se acabarían algunos delitos asociados a esa actividad como las muertes violentas de los narcomenudistas.
 
El emporio del narco, con la legalización de las drogas, representaría ajustarse a normas de estricto control del estado, por ejemplo, asegurar la calidad en la producción y distribución para la comercialización, las dosis permitidas y evitar las sobredosis y envenenamientos que la prohibición del consumo actual no prevé, esto reduciría muertes por excesos de droga chafas. Habría que ver si los capos estás convencidos a salir de la obscuridad.
 

El estado dejaría de gastar miles de millones de pesos en guerras contra la droga, disminuiría la población en las cárceles, ya que saldrían libres todos aquellos que cumplen sentencia por tan sólo ser adictos a sustancias prohibidas.
 
La corrupción, impunidad y señalamientos de complicidad de algunas esferas del poder vendrían a la baja, ya que esa imaginaria relación, autoridad - crimen organizado, quedaría solo como sospecha ante estas disposiciones.
 
Los oferentes construirían la cadena productiva y de consumo, evitando cualquier intervencionismo de las autoridades, salvando, por supuesto, las normas que el propio estado disponga para el consumo, producción y comercialización de la “Mota”.
 

El estado recuperaría grandes sumas de dinero, al imponer tasas arancelarias elevadas a través de los impuestos para los productos nocivos antes prohibidos para consumo humano.
 
Estas ideas que giran sobre el mundo de la legalización de las drogas tiene que ver más allá de la euforia manifestada por los actuales consumidores, las normas regirán el estricto apego de la producción y, por consiguiente, del uso y venta, la droga deberá también, ceñirse por las reglas del mercado.  
 
Obviamente, el uso permitido de las drogas elevará el consumo y ¿cómo el gobierno?, controlará los índices de criminalidad y la toxicidad que el abuso implica, es decir, que hacer con los miles de adictos y los nuevos que se sumarán a partir de la legalización, para garantizar el estado de derecho y el acceso a los servicios públicos de salud.
 

La legalización de la droga, necesariamente, y dada la vecindad con el país con más adictos y consumidores de droga del planeta, requiere de revisar las leyes internacionales, de lo contrario sería una industria bastante redituable para el país, capaz de acabar, como lo propuso alguna vez el capo Caro Quintero, “… déjenme trabajar y yo pago la deuda externa” ese planteamiento sustituiría los ingresos externos más que las divisas de los connacionales, el turismo y el propio petróleo.
 
El amparo concedido por el SCJN a estos cuatro personajes de SMART, no deja de ser una mafufada, pero, ya que en este país todo puede suceder, no deja de ser una posibilidad lejana, pero posibilidad al fin.
 
Suburbio1
 

FELICIDADES A RAÚL PEIMBERT, por los tres Emys recibidos por la excelencia a su trabajo como conductor, periodista e investigador de la cadena estadounidense Univisión.
 
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