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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Simulacro de educación filosófica: enseña el que no sabe
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
8 de octubre de 2015
alcalorpolitico.com
Larga y azarosa fue la lucha que emprendió el Observatorio Filosófico Mexicano durante el sexenio pasado y a principios del actual para que las autoridades de la SEP finalmente modificaran el mapa curricular del bachillerato, se restableciera la asignatura de Lógica y se diera una buena formación filosófica a los jóvenes de ese grado académico.
 
La razón era muy clara y contundente: no puede haber una formación integral del estudiante si no se le dan las herramientas para que desarrolle las facultades que le son más significativas de su dimensión racional, de su perfil humano.
 
En medio de un mundo que se debate en cruentos conflictos derivados de posiciones ideológicas recalcitrantes (‘tercas, reacias, reincidentes, obstinadas, aferradas a una opinión o conducta’: RAE), fundamentalistas, fanáticas, violentas, brutalmente cerradas al diálogo y al respeto de los derechos fundamentales del hombre, es absurdo que se impida a los jóvenes que reciban una formación que desarrolle sus habilidades de razonamiento crítico, creativo, analítico, propositivo, dialógico y tolerante. Curiosa pero absurdamente es precisamente en la etapa formativa más importante de los estudiantes, la etapa que es tierra fecunda para desarrollar esas habilidades racionales, cuando los gobiernos de sesgado y romo criterio neoliberal mutilan los planes y programas de estudio e impiden que las sociedades tengan un futuro diferente a este presente que nos tiene al borde de un colapso, localmente como país y universalmente como género humano.
 

Es cierto, en algunos países como España y México, las autoridades educativas cedieron a la demanda de los sectores pensantes de sus respectivos países, pero, en una demostración de la marrullería que caracteriza a la miopía institucional, inyectaron el antídoto que provocó el aborto de un proyecto que era noble. En efecto, al elaborar los profesiogramas (México) o las tiras de materias (España), favorecieron el caos y la anulación de lo que parecía un justo retorno al buen camino pedagógico.
 
En el caso de México, los requisitos para ser profesor de Filosofía rayan en despropósitos como ser licenciado en Letras, Historia, Pedagogía, Estudios sociales, Ciencias políticas (¡faltaba más!), Gestión y desarrollo social, Consultoría jurídica (¡!), Psicología o Estudios para la paz. Para ser maestro de Lógica se aceptan licenciados en Literatura, Humanidades, Ciencias humanas, Ciencias del comportamiento, etc. Y para ser maestro de Ética basta haber estudiado Derecho (no es broma), Ciencias jurídicas, Ciencias políticas (el burro hablando de orejas), Psicología, Medicina (¿?), Historia, Comunicación social, Educación indígena, Administración (¡para dar ética!), y otras. Y, para no alargar la lista de despropósitos, para enseñar Metodología de la Investigación se aceptan egresados de unas 65 licenciaturas, entre las que destacan, por ejemplo, Física, Geografía, Bioquímica, Desarrollo rural, Farmacia, Producción animal (¡cierto!), Tecnología (sic), Ingeniería agrícola, fitotecnia, Comercio internacional, Periodismo, Diseño industrial (¡!) y Administración pública y gobierno (seguramente, con afiliación comprobada).
 
Como denuncia el OFM en su escrito a la SEP: «Pensar que profesionistas, como el pedagogo, el contador, el veterinario o el historiador, entre otros, están en condiciones de atender lo concerniente al saber filosófico, es tan equivocado como que el egresado de filosofía imparta clases que no correspondan a su formación. Esta práctica ha distorsionado severamente la enseñanza y ha implicado un daño a los estudiantes que tienen derecho a una formación educativa y cultural sólida… Por supuesto, es la manera de: 1) banalizar la enseñanza de la filosofía; 2) desactivar su espíritu crítico; 3) o disfrazar la exclusión de la filosofía. En suma, se trata de un simulacro de educación filosófica». (http://www.ofmx.com.mx/2014/09/se-sigue-distorsionando-la-ensenanza-filosofica/#.VgmQOK-hf4g).
 

La práctica docente por más de 40 años nos ha enseñado que estas asignaturas (Lógica, Ética, Filosofía) son fundamentales en la formación del joven, y la etapa académica más apropiada es exactamente el bachillerato. Las habilidades de razonamiento, de reflexión, de pensamiento metódico y sistemático, de análisis y síntesis, y de formación ética (no moralista ni religiosa, eso es otra cosa) que no se adquieran en esa etapa formativa, muy difícilmente se podrán desarrollar convenientemente después. Y, aun siendo pragmáticos, desde los estudios universitarios hasta los mismos exámenes de acreditación en idiomas exigen que el alumno haya desarrollado todas esas habilidades.
 
El Observatorio Filosófico Mexicano ha reemprendido la batalla. Ahora, para que se respeten los perfiles profesionales en la autorización de los docentes de esas asignaturas. Es lo razonable: que los filósofos den Filosofía, Ética, Lógica, etc., que los médicos den Anatomía, los veterinarios, Producción animal y así sucesivamente. Esto es un derecho básico de los alumnos y de sus padres. Decían los latinos: quien tiene derecho a un fin, tiene derecho a los medios necesarios para alcanzarlo. De otra manera, de nada sirve que en el plan de estudios aparezcan las materias filosóficas si los docentes las ignoran, y con cursitos a las volandas no se resuelve nada.
 
Otra vez el camino es cuesta arriba. La SEP sigue aferrada a sus propósitos, pero la educación de los jóvenes es un objetivo que debe ir mucho más allá de las visiones obtusas y de las conveniencias políticas.
 

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